Por muchos motivos, Sergi Gómez ha sido más que un futbolista en el vestuario del Espanyol. Capitán, compañero respetado, voz sensata y figura discreta pero indispensable, el central de Arenys de Mar ha cerrado su etapa en el club con la misma naturalidad y coherencia con la que ha afrontado toda su carrera. Sin ruido, sin atajos, sin máscaras. En una entrevista concedida a Mundo Deportivo, el ya ex jugador perico repasa sus cuatro años en el RCDE Stadium, habla con calma sobre su próximo destino -que apunta fuera de España- y, sobre todo, deja claro que el fútbol, en su caso, siempre ha ido de la mano con algo mucho más profundo: vivir con sentido.
“Me suena raro esto de ex. Pero así fue”, empieza reconociendo, con esa honestidad que lo caracteriza. “He completado mis cuatro temporadas aquí en el club, muy feliz de esta etapa. He vivido y aprendido muchas cosas, muy orgulloso de haber defendido con todo mi valor y todas mis ganas este escudo y este brazalete”.
El verano lo está viviendo con tranquilidad, lejos del frenesí de los fichajes. No se precipita. “En ese sentido soy bastante atípico. Vivo muy tranquilo, sé lo que quiero y sé lo que necesito. Hay comunicación y hay intereses, pero hasta que no llegue el momento no pienso tomar la decisión”, explica. Y entre tanto, se entrega a lo que le apasiona de verdad: su hijo Milo, sus estudios de psicología y la magia. “Llevo desde los 17-18 años practicándola. Es algo que me hace muy feliz. ¿Dedicarse a ello algún día? Por qué no”, dice entre risas.
Su futuro: lejos de casa, pero con rumbo claro
No oculta que su idea es dar un paso más en lo personal y profesional: “Mis intenciones son salir de España, vivir una experiencia fuera y creo que es el momento de tomar esta decisión. He estado 10 años en Primera, cinco en Segunda… y ahora toca algo diferente”. Se llegó a hablar incluso de Rayados de Monterrey y del Mundial de Clubes. “Sí que me llegaron esos rumores, hay parte de cierto pero ya sabes cómo va el mundo del periodismo”, comenta con elegancia, sin cerrar ninguna puerta pero sin confirmar nada.
No pone fecha de caducidad a su carrera: “No me pongo objetivos en este sentido. Yo siempre voy a hacer lo que me haga feliz, en el momento en el que algo no me haga feliz no tengo ni la obligación ni la necesidad de seguir haciéndolo”.
Su legado en el Espanyol: compromiso, respeto y orgullo
Hay que destacar la conexión que ha demostrado la afición perica con Sergi Gómez en su adiós. Él lo justifica en que nunca ha fingido y que lo suyo ha sido implicación genuina. “Cuando tú te vas y recibes tal apoyo, me voy muy feliz y orgulloso de lo que he hecho en el club. Desde que llegué me involucré muchísimo, he conocido a personas maravillosas”, asegura.
Sobre el sentimiento perico, lanza una de las reflexiones más sentidas de la entrevista: “Es un orgullo. Porque te puedes unir con mayor edad, como yo he hecho, pero es algo que va de padres a hijos. Cuando conoces a alguien del Espanyol sabes que su abuelo y su padre eran pericos, que iban a Sarrià, que el bisabuelo fue el que los apuntó para ser socios… Esto es muy bonito y es muy complicado no defenderlo. Es un sentimiento que matas por él”.
Al hablar del adiós de Joan García, Sergi no esconde su tristeza: “Evidentemente, por ambas partes. Entiendo el cabreo de mucha gente. Joan nos ha dado muchísimo y es una pena que esto termine así”. Y, aunque no entra a valorar su decisión, sí deja clara su admiración por su excompañero: “Eso va con cada uno. No soy yo para decir si es lo correcto o no. Él ha tomado esta decisión y lo que eso conlleva. Lo que tengo que decir es que es un excelente jugador y como persona multiplicado por 10”.
Momentos para el recuerdo: del Celta a la Dani Jarque
Sergi hace memoria y se le nota el cariño por cada etapa vivida: “He vivido muchos. Con el Celta logramos la clasificación para la Europa League, jugamos semifinales contra el United, y en Copa ante el Alavés. En el Sevilla, el crecimiento, el ir convocado con Luis Enrique, ganar una Europa League…”. Y cuando le toca hablar del Espanyol, se detiene: “Volver a casa, ver nacer a mi hijo, ir cada fin de semana al estadio con nosotros. El ascenso, este año con la permanencia, la unión con la gente, el estadio, el sentimiento… Escoger uno solo sería muy injusto”.
Uno de esos momentos que se hicieron rutina fue ver a Sergi pasear por el césped con su hijo tras los partidos. No era simple postureo, era costumbre, necesidad y regalo emocional: “Uno, me gusta. Dos, si no lo hago estoy muerto. Él va al estadio diciéndome: ‘Papá, bajaremos al césped’. Quiero que viva esto, que se empape de lo bonito que puede ser. Y de la realidad, que ha pasado de estar el estadio lleno a escuchar pajaritos de fondo en 20 minutos”.
Más allá del fútbol: psicología y acompañamiento
Sergi Gómez tiene muy claro qué quiere hacer cuando cuelgue las botas. “Sí, tengo muy claro que quiero entrar a trabajar con jugadores. Una persona que estudia psicología te puede ayudar en muchísimas cosas, pero no ha estado en un estadio con 100.000 personas, no ha vivido un descenso, una final europea… Mi experiencia, sumada a lo que estoy aprendiendo, puede ser muy útil”. Su visión es valiosa, porque habla desde dentro. Porque sabe lo que hay detrás del deportista de élite.
¿Y ser entrenador? No se ve. “No me gusta descartar, pero lo veo difícil. Me gusta estar con gente, liderar… Pero el día a día de un entrenador es muy exigente. A día de hoy, te digo que no”.
Fortuño y Javi Hernández, el futuro ya está aquí
Para cerrar, Sergi lanza dos piropos sinceros a los jóvenes que vienen empujando desde abajo. Sobre Fortuño, lo tiene clarísimo: “Preparadísimo. Solo hace falta que vayáis a un entrenamiento. Alucinaríais. El nivel de Fortuño y de Joan era una bestialidad”. Y sobre Javi, más de lo mismo: “Un jugador de una calidad excepcional. Lo ha demostrado fuera. Más que preparado, el míster lo conoce”.
Sergi Gómez se ha marchado del Espanyol sin ruido, sin exigencias ni reproches, sin dramatismos, tras representar con dignidad lo que significa ser perico. Su historia continuará fuera de nuestras fronteras, pero su paso por la Dani Jarque y el RCDE Stadium quedará grabado como un ejemplo de compromiso, respeto y humanidad en tiempos donde todos estos valores, por desgracia, ya no se estilan.




