Joan García ya es, a todos los efectos, nuevo jugador del FC Barcelona. El portero de Sallent ha firmado este viernes su contrato con el conjunto azulgrana, que lo vinculará al club hasta 2031, y se ha convertido así en el primer fichaje del Barça para la temporada 2025-26. Un movimiento que, aunque esperado tras la activación de su cláusula de rescisión, ha supuesto un duro golpe para buena parte de la afición del RCD Espanyol, tanto por el destino elegido como por la frialdad con la que se ha consumado su salida.
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El guardameta se desplazó en la mañana de este viernes hasta las oficinas del Spotify Camp Nou acompañado de sus agentes, Juanma López y Andy Bara, así como de varios miembros de su entorno familiar. En las instalaciones blaugranas fue recibido por el presidente Joan Laporta, el vicepresidente Rafa Yuste, el director de fútbol Deco, y otros integrantes de la cúpula deportiva del club como Joan Soler, Enric Masip, Miquel Camps y el asesor Alejandro Echevarría.
𝐉𝐎𝐀𝐍 𝐆𝐀𝐑𝐂𝐈𝐀.
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Tras la firma del contrato, Joan García se mostró sonriente, atendió a algunos aficionados culés presentes en los alrededores del estadio y expresó sentirse “muy contento”. Posteriormente, compartió una comida con la delegación del club para celebrar su incorporación.
En declaraciones a los medios oficiales barcelonistas, en sus primeras palabras como nuevo portero del FC Barcelona insistía en mostrar su felicidad: “Estoy muy contento, tenía muchas ganas de que llegara este día y por fin ha llegado. Mi objetivo es seguir creciendo como portero y ganar mucho, lograr cosas muy bonitas con el equipo, para eso he venido”. Para el de Sallent, éste es “es un proyecto muy ilusionante, con un gran equipo y jugadores muy jóvenes, a los que ya conozco. Tengo muchas ganas de comenzar y estar con ellos”. “Me considero un portero valiente, rápido de reflejos y que en el juego aéreo intento aportar”, afirmó el ya ex perico, que ha reconocido que “es muy especial ver la maqueta del Spotify Camp Nou, es impresionante, vengo con ganas de estrenarlo y seguro que lograremos muchas victorias en el Estadi”.
Desde el FC Barcelona, la llegada del ex guardameta perico se ha presentado como una apuesta estratégica de futuro. Sin embargo, en el entorno del Espanyol, el desenlace ha generado una profunda decepción, no tanto por el desenlace contractual -que se ha cerrado con el pago de la cláusula de 25 millones de euros más el IPC-, sino por la manera en la que se ha desarrollado todo el proceso.
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Su difícilmente creíble mensaje de despedida y el hecho de que el fichaje se haya escenificado con naturalidad en el seno del que tradicionalmente ha sido el máximo rival deportivo, han alimentado la sensación de ruptura emocional con una afición que lo había considerado uno de los suyos.
Joan Garcia ya tiene su nueva camiseta 👕😍 pic.twitter.com/2cNIcPzqO0
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Formado en la Dani Jarque, Joan García fue durante mucho tiempo visto como un símbolo de identidad dentro del Espanyol. Su rendimiento en la temporada 2024-25, en la que se consolidó como uno de los porteros más prometedores del campeonato, lo situó en el escaparate de los grandes clubes. Pero la elección del destino, y sobre todo el modo en que se ha llevado a cabo la operación, ha hecho que una parte importante del espanyolismo interprete su marcha como un gesto que contradice los valores que el propio jugador decía representar.
Mientras tanto, en el RCDE Stadium se ha trabajado con rapidez para reconstruir la portería y reforzar la plantilla de cara a un curso que se prevé exigente. La dirección deportiva ha cerrado ya la incorporación del serbio Marko Dmitrovic, y se espera que en las próximas semanas se concreten nuevos refuerzos en otras líneas del equipo.
La marcha de Joan García supone un episodio que difícilmente caerá en el olvido. No solo por su impacto deportivo, sino por lo que representa simbólicamente. En un momento en el que el Espanyol busca consolidar un proyecto propio y con identidad, todo lo que ha rodeado a la salida de Joan se convierte, inevitablemente, en una llamada a la reflexión sobre cómo construir el futuro sin renunciar a la lealtad como valor fundamental.