Roberto Fernández llegó al Espanyol el 14 de enero de 2025, cedido desde el Sporting Braga con una opción de compra valorada en 10 millones de euros. Desde el primer partido dejó claro que no venía simplemente a cubrir un hueco, sino a dejar huella: seis goles en 19 encuentros de LaLiga que resultaron decisivos para certificar la salvación perica.

Rendimiento dentro del área…
El atacante andaluz no marcó solo por su puntería, también por su entrega. En sus cinco meses en Cornellà-El Prat fue más que un goleador: ejerció presión alta, remató duelos, regeneró la energía del equipo cuando más lo necesitaba. Se ha hablado de sus seis goles como cifra aislada, pero también como empuje constante, esa chispa que contagió al grupo en los momentos delicados.
… y voluntad firme fuera del césped
Su implicación fue más allá del césped. Desde el primer momento quiso quedarse en propiedad. El Sporting de Braga, de entrada, pedía 10 millones por el 100 % del pase. El Espanyol solo ofrecía 4 millones por ese paquete, una cifra que la entidad portuguesa consideró insuficiente. Cuando expiró la opción en junio, el club perdió prioridad y la negociación se complicó: el precio subió a unos exagerados 45 millones, totalmente fuera de mercado, pero supuso abrir subasta con otros clubes. ¿Su respuesta? Hicieron fuerza las ganas de quedarse. Roberto, acoplado en tiempo récord al vestuario y encantado de vivir en Barcelona ya había dejado claro que quería agotar todas las vías posibles para seguir en el Espanyol.
Incluso durante el Europeo Sub‑21, dejó patente que su concentración estaba puesta también en saltar la siguiente valla: quedarse en propiedad en el RCDE, “si es posible”. Textual.
La clave, poner de acuerdo a las tres partes
De ese choque entre deseo y realidad surgió una vía intermedia: pagar 6 millones de euros por el 50 % de sus derechos federativos, una fórmula que contentaría a las tres partes. El Sporting de Braga, que tan sólo pagó 1,8 millones por él hace un año, obtendría liquidez y retendría potencial de futuro; el Espanyol accedería a un goleador de rendimiento asegurado sin estirar presupuestos; y Roberto lograría su objetivo: seguir en Cornellà-El Prat no ya en calidad de cedido, sino en propiedad.
Un jugador que apostó por quedarse
Que Roberto se haya involucrado activamente en tensar esas negociaciones habla mucho de él. No se limitó a entrenar bien y marcar goles: se implicó en las conversaciones, permitió mover cifras y fórmulas, asumió que su continuidad dependía también de lo que pusiera en la mesa. Y eso no es común en un futbolista de 22 años cedido a mitad de temporada.
Sus seis goles cobraron significado real: pesaron en resultados y en la tabla. Para un Espanyol que relajaba la tensión jornada tras jornada, tener a un punta joven, con hambre y visiblemente implicado supuso una alternativa de estabilidad. Lo técnico y lo humano se fusionaron. Por eso cuando el club aceleró fichajes, Roberto estaba en la casilla uno: no solo por cómo juega, también por cómo quiso quedarse.
Roberto Fernández no se limitó a cumplir en el campo. Se metió en los despachos, en las cuentas, en la negociación… para lograr su objetivo vestir de blanquiazul no solo por unos meses, sino en propiedad.



