En una semana en la que el Espanyol se mueve con sigilo pero decisión en el mercado, una de las noticias que más ilusión ha generado en el entorno perico no tiene que ver con fichajes millonarios ni con nombres de relumbrón. Se trata de Carlos Romero, un lateral que ya sabemos lo que puede ofrecer porque ya lo ofreció. Y de sobra. Ahora, según Matteo Moretto, el club está muy cerca de cerrar una nueva cesión con el Villarreal, lo que supondría un refuerzo de continuidad y, sobre todo, una apuesta segura.
Romero disputó 34 partidos de Liga en su primera campaña como blanquiazul, firmando 2 goles y 1 asistencia en 2.555 minutos de juego. No solo fue titular indiscutible en la banda izquierda, también se convirtió en uno de los jugadores más regulares y fiables del once de Manolo González. Sus números defensivos lo respaldan: 47 entradas ganadas, 30 intercepciones, más de 130 duelos ganados y una capacidad de desgaste que encajaba a la perfección en la propuesta del técnico gallego.
Pero Romero no solo rindió por lo que hacía en los partidos, sino por cómo se metió en el vestuario, en la dinámica, en el sentimiento. Lo dijo en rueda de prensa tras una racha complicada: “Hay que sumar, pero ni mucho menos alarmarse”. Y es que cuando muchos entraban en pánico, él hablaba con esa templanza que solo tienen los que están comprometidos de verdad. Nunca se le vio fuera del equipo ni fuera de onda. Siempre enchufado.
En el club valoran especialmente su adaptación casi inmediata, su compromiso diario y su disposición tanto en los entrenamientos como fuera del foco. Sabía que venía cedido, pero no actuó como un jugador de paso. Todo lo contrario: se comportó como un futbolista que sentía el escudo. En lo deportivo cumplió con creces, y en lo humano, conectó con el entorno. Cuando se fue, dejó una puerta abierta y una voluntad que ahora toma forma: volver.
Desde el Villarreal, pese al interés en él de Betis y Girona, parecen conscientes de que la continuidad en el Espanyol es ahora mismo la mejor vía de crecimiento para el jugador. Con Alfonso Pedraza y Sergi Cardona peleando por la titularidad en el Submarino Amarillo, Romero tendría pocos minutos en La Cerámica. En cambio, en Cornellà-El Prat tiene crédito, jerarquía ganada y un estilo de juego que potencia sus virtudes.
Con la incorporación de José Salinas, se podría pensar que la posición está cubierta. Pero el cuerpo técnico tiene claro que son perfiles distintos: Salinas, profundo y ofensivo; Romero, que ha rectificado ciertos problemas en una fase concreta del curso, es un futbolista más sólido atrás y con un gran rigor táctico. Tenerlos a los dos no sería un problema, sino una bendición, especialmente en una temporada en la que habrá mucha exigencia física y el margen de error será mínimo.
El acuerdo, según las informaciones que llegan, está muy cerca. El Espanyol repetiría la fórmula de cesión por una temporada, estaría por ver si con alguna opción de compra que no existía en la anterior operación.
Y es que ese sería un factor que lo cambiaría todo. Porque este Espanyol, marcado por la necesidad de reconstruirse sin perder el alma, necesita jugadores que no solo rindan, sino que quieran formar parte del proyecto. Carlos Romero lo ha demostrado con hechos. Y ahora, si todo se cierra como se espera, tendrá la oportunidad de seguir creciendo junto a un club que también está buscando su sitio. No con promesas vacías, sino con trabajo, constancia… y sentido de pertenencia.
Si finalmente se concreta su regreso, no será una simple “alta” más. Será la vuelta de un futbolista que ya sabe lo que es pelear por la camiseta del Espanyol.



