No es un dorsal cualquiera. El 21 en el Espanyol es historia, es respeto, es Dani Jarque. Y cada vez que se abre el melón de quién lo debe llevar, el club y la afición pisan con pies de plomo. Esta temporada, el debate vuelve a escena con un protagonista inesperado pero con mucho peso sentimental: Ramón Terrats.
El centrocampista catalán, recién llegado al club, no evitaba la cuestión durante su presentación el pasado viernes: “Yo no me escondo. Para mí sería un orgullo poder llevarlo. Pero es verdad que el club está por encima de todo y es el que decide. Con todo el respeto a Dani y a lo que significa, estoy abierto, pero si no puede ser no pasa nada”. Palabras medidas, con respeto absoluto, pero que dejan entrever lo importante que sería para él vestir ese número.

Y tiene lógica. Terrats no es canterano, es verdad. Nunca ha pasado por las categorías inferiores del club -aunque lo intentó de pequeño- y, por tanto, no encaja en esa norma no escrita (aunque sí comunicada oficialmente en su día) que el Espanyol fijó en 2016: “El 21, siempre para un canterano”. Desde entonces, lo han llevado jugadores como Marc Roca o Nico Melamed, todos con pasado en la Dani Jarque.

Pero, ¿y si esta vez se hiciera una excepción?
Porque sí, Terrats no es “de la cantera”, pero sí es “de la casa”. Socio desde el día que nació, hijo de pericos, criado en una familia que respira Espanyol por los cuatro costados y con fotos de cuando era un crío animando en la grada. En una de esas fotos que compartió el club en su presentación… aparecía ni más ni menos que con Dani Jarque. El círculo, en cierto modo, se cierra.

El viernes, en La Grada Ràdio, alguien que conoció como pocos a Dani Jarque y que también ha sido clave en el fichaje de Terrats, como es Màgic Díaz, ponía sobre la mesa su punto de vista. Sin entrar en polémicas ni cuestionar lo que decida el club, exquisitamente prudente, Màgic fue claro: si hay un caso en el que se pueda hacer una excepción, ese es el de Ramón. Y lo dijo también como alguien cercano como pocos a la familia Jarque. Palabras mayores. Se puede inferir que la familia del eterno capitán no solo ve con buenos ojos que Terrats pueda lucir ese dorsal, sino que, por lo que representa, no lo consideran una falta de respeto. Más bien lo contrario.
Ahora bien, más allá del simbolismo y de los sentimientos, también hay que valorar lo deportivo y lo emocional. Llevar el 21 no es solo una camiseta con un número. Es un peso. Una responsabilidad. Y Terrats ya llega con una mochila cargada de expectativas. Por su perfil, por su estilo, por lo que significa su fichaje. ¿Es justo añadirle más presión?

Por ahora, no hay decisión oficial. El dorsal 21 sigue libre. El club se toma su tiempo. No es un tema menor y cualquier decisión se medirá al milímetro. Si se mantiene la tradición, será para alguien de la cantera. Si se abre una excepción, Terrats parte con todas las papeletas.
Lo que está claro es que el debate no va de camisetas, va de identidad. Y el Espanyol, en eso, siempre ha sabido mirar más allá del césped.
