Hace apenas seis semanas, el Espanyol afrontaba la ventana estival con un límite salarial todavía bajo, tras rozar los 8 millones de euros en 2024-25 y la obligación de equilibrar la masa salarial mediante la regla 1:1 de LaLiga. La venta de Joan García por 25 millones y la ampliación de capital de 32 millones aprobada el 27 de junio han elevado de forma decisiva el margen de maniobra, hasta situarlo -según cálculos internos- cerca de los 45 millones. Ese respiro financiero explica, en buena medida, la sensación de calma que se percibe hoy en el entorno blanquiazul.
Planificación adelantada: nueve caras nuevas antes de mitad de julio
Con la ventana estival todavía a medio gas, el Espanyol ya presenta nueve incorporaciones para la temporada 2025-26, una prueba de que la dirección deportiva ha redoblado esfuerzos para adelantarse al calendario. El desembolso neto asciende a tan solo 6,2 millones de euros, invertidos íntegramente en el delantero Roberto Fernández (22 años, procedente del Braga).
El resto de fichajes –José Salinas (24, Elche), Miguel Rubio (27, Granada), Marko Dmitrovic (33, Leganés), Kike García (35, Alavés), Marcos Fernández (22, Betis Deportivo) y el central Hugo Pérez (22, Villarreal B)— han llegado libres, mientras que Ramón Terrats (24) y Carlos Romero (23) lo hacen cedidos por el Villarreal. Con todas las líneas cubiertas y margen económico intacto, el club blanquiazul gana tiempo para integrar a los recién llegados antes de los primeros amistosos y se asegura flexibilidad para rematar la plantilla sin la presión de los últimos días de mercado. La ventaja competitiva es clara: el cuerpo técnico dispone del 80 % de la plantilla tipo antes del primer amistoso, fijado para el 19 de julio ante el CF Peralada
El nuevo discurso de Garagarza
“Aún quedan casi dos meses para cerrar la plantilla”, recordó el director deportivo en la reciente comparecencia conjunta con el CEO Mao Ye. El mismo Garagarza adelantó que restan “un extremo y un pivote” y avisó de que “algunos van a tener un coste importante”. Mao Ye evitó alimentar rumores sobre la propiedad pero subrayó la línea interna: “Llevamos dos años trabajando con un rigor económico muy estricto y queremos estar mejor tanto deportiva como financieramente”.
Esa política explica por qué el club mantuvo la categoría la pasada primavera sin sobrepasar su techo salarial y ahora puede invertir sin hipotecar ejercicios futuros. Si el plan se confirma -plantilla prácticamente cerrada en la primera quincena de agosto- el Espanyol habrá completado su mercado más eficiente en los últimos años.
La dimensión social: ilusión en la grada y en los despachos
La renovación de Javi Puado y la presentación de Ramón Terrats han funcionado como altavoz de un sentimiento que llevaba tiempo agazapado; “El sueño de otros es vestir la camiseta de Barça o Madrid, el mío vestir la del Espanyol” pronunciada por el mediocentro es una frase que aún resuena en los oídos de los pericos, cuyo orgullo quedó tocado tras la decepcionante elección de Joan García por el Barça-.
A esa corriente positiva se une el éxito comercial de la nueva primera equipación, que consolidó una inusual paz social. El respaldo a la elección de esa equipación y el cierre temprano de fichajes han creado un ambiente de estabilidad que contrasta con la tensión acumulada en campañas anteriores.
La posible venta, en segundo plano
Este clima se produce, paradójicamente, cuando la hipotética venta de la entidad a Alan Pace vuelve a cobrar protagonismo. Según la información avanzada el pasado viernes en La Grada Ràdio, la parte interesada ha aceptado algunas de las nuevas condiciones planteadas por Chen Yansheng. El resultado de la operación continúa dependiendo, en última instancia, de las directrices que lleguen desde China.
El grupo inversor, no obstante, tendría definidos los pasos y los nombres para liderar el proyecto si la transacción se materializa. Puede parecer irónico que el momento de mayor estabilidad interna coincida con el de mayor proximidad a un cambio accionarial largamente esperado; la paradoja radica en que, mientras las cifras de Rastar se tiñen de rojo, el Espanyol ha exhibido este verano una capacidad de inversión inédita desde 2022. Es lógico interpretar esta aparente generosidad como un “lavado y planchado” de la entidad, que prepara un balance más limpio que facilite la entrada de un nuevo propietario. No falta en cualquier caso quien teme que una firma a destiempo podría interferir en las últimas operaciones del mercado o en el trabajo de la estructura ejecutiva.
Horizonte inmediato
El verano de 2025 está redefiniendo la narrativa blanquiazul: de la urgencia crónica a la gestión proactiva. Hay razones tangibles -fichajes tempranos, músculo financiero, paz social- para la ilusión; también, cicatrices recientes que aconsejan moderación. La dirección deportiva lo ha entendido y el estribillo hoy es tan sencillo como ambicioso: consolidar primero, crecer después. El espanyolismo, en cualquier caso, contiene ahora la euforia y se aferra a la prudencia. Aun así, resulta innegable que el club se encuentra mejor posicionado que en veranos recientes: con recursos económicos, tiempo para rematar tres o cuatro incorporaciones de perfil ilusionante y una hoja de ruta coherente.
En suma, el RCD Espanyol llega al 00ecuador de julio con una tranquilidad inusitada. Fran Garagarza, anteriormente cuestionado, recibe hoy el reconocimiento de una afición que empieza a soñar con objetivos más ambiciosos, aunque mantenga los pies sobre el suelo. El reto inmediato consiste en culminar el mercado con el mismo acierto y gestionar la posible transición accionarial sin alterar la estabilidad conquistada.




