Hoy La Grada Ràdio cambió el estudio por el calor de Casa Tico, escenario de excepción para nuestra tertulia. Ferran Granell, Luis Leirós, Àlex Noguera y Àngel Berguedà pusieron sobre la mesa el tríptico que agita ahora mismo al espanyolismo: la entrada de Alan Pace, la promesa de “un par de fichajes importantes” y la renovación de Manolo González.
Granell abrió el fuego confesando que aún no tiene claro si el Espanyol será “el buque insignia” del multiclub de Velocity. Su duda es lógica: el americano posee el Burnley, flirtea con Dundee y, quién sabe, quizá mañana surja otro pretendiente. Pero… ¿quién liderará realmente el proyecto?
Berguedà, más optimista, celebró que el aterrizaje de Velocity Sport Limited pone fin a la era Rastar. Aplaudió la “generosidad” de Pace al dejar que el conglomerado chino mantenga un 16 % durante un tiempo: salida honrosa para Chen y, de paso, un parachoques político que no viene mal en Shenzhen.
Luis Leirós puso el freno de mano. Su escepticismo se resume en una frase: si la vieja guardia sigue ocupando los mismos despachos, poco importará el pasaporte del nuevo jefe. “Cambio de cara, pero no de fondo”, vino a decir.
Noguera en cambio ve intenciones y formas muy distintas en Pace y su gente a las que traía Rastar en 2016. Y ciertamente como se ha explicado en el programa, la prueba es que el empresario ya se ha movido para contactar con empresarios de Barcelona que quieran subirse al barco blanquiazul.
Y es que en mitad de ese cruce de sensaciones apareció la noticia del día: cara al futuro inmediato, como hemos explicado en nuestro programa, Alan Pace ha mostrado desde el principio su deseo de hablar con personalidades notables del espanyolismo. Ya han existido charlas informales y se deslizó que el propietario querría implicar capital catalán para tejer un puente RCDE‑sociedad barcelonesa. Una diferencia brutal respecto a la hermética etapa china. Durante estos contactos se ha trasladado también que quieren traer un par de buenos fichajes para reforzar la plantilla.
La tertulia también reservó minutos para Manolo González y su contrato 1+1 ligado a la permanencia. Aquí hubo consenso: la cláusula 1+1 aprieta, pero refuerza el mensaje de exigencia que Pace parece pretender instalar desde el primer día.
Conclusión de sobremesa: el nuevo dueño ha diagnosticado bien uno de los principales déficits del Espanyol -falta de complicidad con su entorno- y su primera receta pasa por escuchar, fichar y abrir el club a la economía local. Quedan palabras bonitas por convertirse en hechos, claro, pero el simple gesto de levantar el teléfono ya marca distancia con el pasado reciente. La pelota, como siempre, dictará sentencia; de momento, el debate -y la ilusión- ya corre por la radio y las redes.