La llegada de Alan Pace y Velocity al Espanyol ha abierto un nuevo capítulo, lleno de ilusión pero también de incógnitas. ¿Qué busca un grupo inversor que ya gestiona al Burnley en la Premier? ¿Qué papel juega el club blanquiazul en su estrategia global? Y, sobre todo, ¿qué hace falta para que el Espanyol no se quede en tierra de nadie en medio de un modelo multiclub cada vez más competitivo?

A estas preguntas trata de poner luz Jordi Camps, fundador de la agencia Spodeal, en una columna publicada en Mundo Deportivo que merece ser leída con atención. El creador de esta compañía fundada en 2021 a partir de la integración de la agencia de marketing deportivo Up2You Marketing con el objetivo de ofrecer soluciones a marcas, propiedades deportivas e inversores, que tiene operaciones en América, Europa y Asia y cuenta con un fondo de inversión propio en el negocio del deporte, hace una una reflexión con argumentos, dando contexto internacional y visión empresarial, justo lo que a menudo echamos de menos cuando se habla del Espanyol en según qué foros.
“Pensar que pueda replicar en el corto plazo el modelo del Manchester City o del Atlético de Madrid sería ingenuo”, advierte Camps, aunque enseguida matiza: “sí puede aspirar a seguir esa línea estratégica con visión de medio-largo plazo”. Y es que, según su análisis, el club perico tiene ingredientes de sobra para ser algo más que un comparsa en el mapa global del fútbol moderno.

Por ubicación, masa social, estadio propio y una cantera históricamente productiva, el Espanyol -dice Camps- debería ser “el buque insignia del grupo inversor”. Una pieza clave dentro de ese ecosistema multiclub con raíces en Estados Unidos, China y Europa. Y no lo dice desde la fe ciega o el optimismo cándido, sino desde una lectura estructural: el Espanyol tiene “unas condiciones estructurales muy superiores al Burnley FC” y puede convertirse en “puente entre continentes, tanto para jugadores como para marcas”.
Ahora bien, no todo es promesa de futuro. Camps lanza también una advertencia que conviene subrayar: transformar un club no se hace en seis meses. Hace falta “una visión clara, una estrategia definida, planificación rigurosa y, sobre todo, talento ejecutivo”. Y lo dice alguien que sabe del negocio.
En esa línea, Camps insiste en que los clubes “terminan siendo el reflejo de sus propietarios”. Lo que quiere decir que no basta con inyectar dinero: hace falta liderazgo, valores claros y una gestión coherente que respete la identidad del club. Porque el gran reto -apunta con acierto- no es solo invertir, “sino construir cultura y estructura sin perder la esencia local de cada club”.

También pone sobre la mesa una verdad que a veces se pasa por alto cuando se habla de inversores extranjeros: en Europa, ganar dinero rápido en el fútbol es casi imposible. Aquí no hay franquicias protegidas por el sistema como en Estados Unidos. Aquí se desciende, se sufre y se compite cada fin de semana. Por eso mismo, Camps recuerda que el retorno económico solo llega a través de una gestión sólida: ya sea vendiendo jugadores, revalorizando el club o expandiendo la marca, el éxito depende -dice textualmente- del “talento, en el césped y en los despachos”.
La conclusión con la que cierra su artículo lo dice todo: “El Espanyol tiene todo lo necesario para convertirse en un proyecto de referencia dentro del ecosistema multi-club”. Pero, añade, solo lo conseguirá “si ejecuta con coherencia, paciencia y ambición”. Solo así podrá dejar de ser “simplemente el otro club de Barcelona” y pasar, por fin, a jugar un papel protagonista en el universo fútbol. Un reto mayúsculo. Pero no imposible.
