La llegada del grupo inversor Velocity Sport, liderado por Alan Pace, marca el inicio de una nueva etapa en el RCD Espanyol. Pero, a diferencia de otros cambios de propiedad donde la ambición desmedida suele traducirse en promesas poco realistas, el discurso que se está instalando en el entorno blanquiazul es otro: el de la prudencia, la construcción a medio plazo y la ambición sin precipitación.
En su primera entrevista tras renovar, Javi Puado ofreció una declaración que resume bien el momento actual del club: sin renunciar a nada, pensar en Europa puede resultar, por ahora, un ejercicio aventurado. Al mismo tiempo, un recién llegado, Ramón Terrats, apuntaba en el mismo sentido que sin descartar nada a futuro, el garantizar la estabilidad en la máxima categoría y abandonar la condición de equipo ascensor que ha acompañado al club perico el último lustro ha de ser una prioridad para todos. Sus palabras no nacen de la resignación, sino de una comprensión madura del punto de partida: el Espanyol acaba de firmar la permanencia en la última jornada de la pasada temporada y aún se encuentra en proceso de reorganización.
Mientras tanto, desde fuentes cercanas a la nueva propiedad se ha dejado entrever la intención de reforzar la plantilla con al menos un par de incorporaciones que puedan elevar el nivel competitivo del equipo. No se trata de fichajes rutilantes por sistema, sino de movimientos pensados que puedan marcar diferencia real en el campo. Aun así, parece claro que el proyecto se asentará paso a paso, y que cualquier salto de calidad debe estar sustentado en bases sólidas, no en el entusiasmo del momento.
Lo cierto es que la plantilla actual, en construcción, todavía no permite trazar un objetivo deportivo claro. El mercado sigue abierto y hasta que no se complete la configuración definitiva del grupo, es prematuro especular con metas concretas. De momento, el club ha optado por una política de refuerzos discreta pero coherente, priorizando el equilibrio salarial y la funcionalidad dentro del estilo de juego que plantea Manolo González, sin grandes alardes ni promesas fuera de contexto.
En este escenario, lo inmediato pasa por construir un equipo competitivo, sólido y con una identidad reconocible. La ambición, como ha sugerido el propio entorno de Velocity, existe, pero está condicionada al proceso natural de evolución del grupo. Si el bloque logra consolidarse y encuentra regularidad, será el propio rendimiento el que marque si es realista mirar hacia posiciones más altas.
Por ahora, lo más sensato es lo que ya se ha dicho desde dentro: mantener la calma, consolidar al equipo en Primera y seguir construyendo un proyecto con aspiraciones, sí, pero también con los pies en el suelo. El tiempo y el trabajo marcarán hasta dónde puede llegar este nuevo Espanyol. Pero cualquier objetivo concreto, más allá de competir con dignidad y sin sobresaltos, no puede definirse sin conocer realmente con qué plantilla se contará cuando cierre el mercado
