Aunque el foco de la actualidad blanquiazul ha estado volcado en las primeras semanas de la era Alan Pace y en la construcción del nuevo proyecto deportivo del Espanyol, este domingo se producirá un hecho que, inevitablemente, captará la atención de muchos pericos: Joan García debutará como portero del FC Barcelona.
El encuentro amistoso que enfrentará al conjunto azulgrana con el Vissel Kobe marcará la puesta de largo del guardameta de Sallent, que el pasado mes de junio decidió abandonar el club en el que se formó y dio el salto al profesionalismo. Una decisión que no fue fruto de una negociación ni de un traspaso pactado: Joan se marchó tras abonar la cláusula de rescisión de su contrato, fijada en 25 millones de euros más el IPC.
Una despedida que no buscaba convencer… porque era imposible
Aunque no hubo rueda de prensa ni entrevista de despedida, Joan sí quiso dirigirse a la afición perica a través de sus redes sociales. Lo hizo de forma breve con un tono directo: “No os pido que entendáis mi decisión”, dijo. Una frase que, lejos de suavizar la noticia, confirmó que era plenamente consciente del impacto emocional que iba a generar en su entorno más cercano. Aquel mensaje fue la última vez que se dirigió públicamente al espanyolismo antes de ser presentado como nuevo jugador del eterno rival.
Desde entonces, el club ha optado por mantener una posición discreta. El cuerpo técnico se centró rápidamente en reorganizar la portería con la llegada de Marko Dmitrovic, y el vestuario decidió pasar página. Pero en la grada, la marcha de Joan dejó una herida difícil de cerrar. No tanto por su salida, sumida por todos como una necesidad para las arcas del club, sino por el destino elegido y la forma en que se produjo.
De promesa perica a apuesta estratégica culé
En el FC Barcelona, Joan García ha aterrizado con la etiqueta de gran apuesta para el presente y el futuro. La lesión de larga duración de Marc-André Ter Stegen ha precipitado un cambio de ciclo en la portería azulgrana, y aunque el club cuenta también con Wojciech Szczesny, la titularidad no está en discusión: el elegido por Hansi Flick es Joan.
Joan Laporta no ha ocultado que la operación fue prioritaria. “Fichar a Joan García fue una excelente visión de Deco”, declaró recientemente. El portero catalán, que llega tras firmar una temporada excelente en el Espanyol, con 146 paradas en 38 partidos y más de ocho goles evitados según estadísticas avanzadas, ha convencido a sus nuevos compañeros en los primeros entrenamientos y parte como número uno.
Un estreno que no se observa con indiferencia
Aunque el encuentro ante el Vissel Kobe no sea oficial, el debut de Joan García con el Barça será seguido con atención desde la otra orilla del Llobregat. Con atención contenida, con cierto escepticismo, y en muchos casos con el deseo -nunca personal, pero sí deportivo- de que no le sonrían los resultados. Ni siquiera en pretemporada. Y es que su marcha ha dolido porque no fue solo una salida profesional, sino una renuncia emocional a todo lo que representaba.
Este domingo, Joan se enfundará por primera vez la camiseta azulgrana en un partido. Lo hará previsiblemente como titular, con confianza, y como parte fundamental del nuevo proyecto culé. Pero en la memoria colectiva perica, su figura quedará inevitablemente asociada a la sensación de traición.
Y por mucho que el Espanyol mire hacia adelante, como debe hacerlo, habrá días -como hoy, y como los derbis que vendrán- en los que su nombre volverá a sonar. Aunque ya no sea con los mismos colores.
