Una vez más, el RCD Espanyol se convierte en blanco de determinados sectores radicales a nivel político. Esta vez, el ataque ha llegado desde Racó Català, un portal digital en lengua catalana que, si bien se presenta como medio de comunicación de orientación cultural y social, hace ya tiempo que es conocido por sus foros encendidos y su tono incendiario. También por su vinculación ideológica con un independentismo intolerante, y por haber recibido ayudas públicas de la Generalitat.
El motivo del último episodio es un hilo abierto en dicho portal bajo el título “Hauria de canviar de nom L’Espanyol?” (¿Debería cambiar de nombre el Espanyol?). El foro, que cuenta con menos de cuarenta votos emitidos pero ha generado ya más de veinte respuestas, deja claro desde el principio que la discusión no es ni inocente ni constructiva. Y tampoco demasiado original.
En la encuesta abierta, una de las opciones disponibles es “No perquè és molt útil per identificar-los amb la merda que és Espanya” (“No, porque es muy útil para identificarlos con la mierda que es España”), que comparte el mismo porcentaje de votos (28,95%) que otra alternativa algo más moderada: “Sí perquè aconseguiria guanyar més aficionats catalans” (“Sí, porque conseguiría ganar más aficionados catalanes”). A la cabeza está curiosamente la que defiende la permanencia del nombre, aunque parece planteada con sarcasmo: “No perquè és molt útil per identificar-los amb la meravella que és Espanya” (“No, porque es muy útil para identificarlos con la maravilla que es España”).
Pero más allá de los porcentajes, lo que realmente retrata el tono del foro son algunos de los comentarios. “NO. Hauria de desaparèixer com Sarrià!”, espeta un usuario a modo de sentencia. Otro, bajo el pseudónimo SEGADOR BLAUGRANA, suelta sin rubor: “No, si els moros tenen dret a tenir les seves mesquites, els espanyols també en tenen a tenir el seu club de futbol”. Un lenguaje racista y xenófobo difícil de justificar y aún más de explicar, especialmente si consideramos que la web cuenta con respaldo institucional en forma de subvenciones públicas.
En el mismo hilo se sugiere que el Espanyol debería llamarse “Català de Barcelona” o incluso “Europeu de Barcelona”, como si un simple cambio de denominación fuera a reescribir la historia de un club centenario que representa a miles de catalanes. No faltan pericos que responden tirando con bala: “Deurieu els culerdos dissoldre la vostra organització suissa corrupta?”.
Todo esto, en definitiva, vuelve a poner sobre la mesa la misma realidad: en determinados entornos, el Espanyol sigue siendo tratado no como un club deportivo, sino como un símbolo incómodo que molesta por el simple hecho de no alinearse con un discurso único, como tampoco lo es la sensibilidad política de los seguidores blanquiazules. El nombre del club, que forma parte de su identidad desde 1900, parece no encajar en la Catalunya de algunos, aunque sí en la de muchos más que independientemente de su ideología no participan de esta espiral de exclusión.
