El estreno liguero del Espanyol ante el Atlético dejó un partido de esos que se recuerdan mucho tiempo: tensión, emoción y, sobre todo, protagonistas que nadie tenía en las quinielas. Juan José Caseiro lo cuenta a su manera, con esa mirada distinta que convierte los 90 minutos en un relato lleno de personajes, giros y un final feliz. Porque en el RCDE Stadium no solo se ganó un partido: se escribió un cuento blanquiazul con héroes inesperados.
Una de héroes inesperados
“Érase una vez …” esa forma clásica de comenzar un cuento, bien podría ser la introducción de la historia a escribir con esta nueva propiedad, que ha empezado por escuchar la narrativa de tiempos pasados y termina comiendo perdices al finalizar la remontada.
La historia se inicia en la fiabilidad de Dmitrovic y el orden defensivo como decreto: inexpugnable y asistente Omar, Calero y Cabrera llegando a todos los rincones al corte y el partidazo a ‘calzón quitado’ de un convencido Romero.
Hacen falta refuerzos en el medio, claro, pero en cualquier caso tenemos a Pol de guardia y un Expósito que acumula todos los elogios posibles en su partido más completo. A Terrats, la labor de presión le atacó igual que el bochorno de la noche.
No nos sacó Jofre de las dudas de una posición que está en promoción. Puado fue el multiusos según la fase del duelo y Roberto gastaba a un Le Normand que vive del agarrón continuo y permisivo.
Hay relatos que giran de tal manera para traernos héroes inesperados: Kike y Dolan dejaron pistas de sus aportaciones y Salinas sacrificó una amarilla necesaria. Lo bueno fue que, Rubio, un personaje que iba a escribir un cuento en Leganés, firmaba el empate y Milla, el verso libre, el que se rige por un sistema solar diferente al resto de los mortales, marcó un gol tan difícil como la palabra que lo define: escorzo.
Se prolonga la racha sin derrota iniciada desde la pretemporada. Aún queda trabajo de despacho para completar lo que pida Manolo, que opta al santoral por sus milagros. El fondo de armario mantuvo la intensidad y el mensaje debe ser claro para los propietarios. Mientras llegan y esperamos, hagan aquello que cantaban los de ‘Celtas Cortos’: “me voy a la cama y tengo lindos sueños”.
Juan José Caseiro
