El Espanyol llevaba una década entera sin arrancar LaLiga con victoria. Diez años viendo cómo la primera jornada se convertía en un muro imposible de saltar. Hasta este 17 de agosto de 2025, cuando el equipo de Manolo González puso fin a la maldición y lo hizo a lo grande: tumbando al Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone, un entrenador que jamás había perdido en una jornada inaugural desde que aterrizó en el banquillo colchonero hace ya 14 temporadas.
Una remontada para recordar
El duelo arrancó con el Atlético dueño del balón y un Espanyol incómodo. Julián Álvarez adelantó a los rojiblancos con un golazo de falta, imposible para Dmitrovic, y en ese momento parecía que la historia se escribía por el guion más previsible. Pero la reacción blanquiazul fue tan inesperada como fulminante: primero Miguel Rubio, que cazó un balón de estrategia para empatar, y luego Pere Milla, con un cabezazo marca de la casa, voltearon el marcador en apenas doce minutos. De golpe, el RCDE Stadium pasó del silencio a la euforia más absoluta.
Manolo, del foco crítico al aplauso
No hay que olvidarlo: Manolo González llegó al partido señalado. Durante el verano fue blanco de críticas en redes sociales, y hasta en el mismo estreno, cuando se conoció el once inicial, muchos lo pusieron en duda. Como si no hubiesen escuchado que ya había advertido en la previa que tenía “un plan A y un plan B” preparados. Y esos planes funcionaron.
26 segundos de puro fútbol. pic.twitter.com/aiP7F0SwX5
— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) August 17, 2025
Movió el banquillo en el momento preciso, dio aire fresco a su equipo y le ganó la partida táctica a uno de los técnicos mejor pagados del mundo. Manolo, que empezó la noche cuestionado, la acabó ovacionado.
Simeone, en cambio, quedó retratado. Sus cambios, retirando a Almada y Baena cuando eran lo mejor de los suyos, cortaron de raíz la fluidez de un Atlético que se fue desinflando. Mientras el Espanyol crecía, el Cholo se quedó sin respuestas.
Fiesta en Cornellà y en el palco
El triunfo tuvo testigos de excepción. Alan Pace y JJ Watt, flamantes nuevos propietarios del club, vivieron en directo una remontada que fue mucho más que tres puntos.
Watt incluso se mezcló con la hinchada en la previa, cerveza en mano, y al terminar lo celebró en redes sociales: “¡Vamos Espanyol!”. Más tarde, dejó un mensaje que ilusiona: “Esta noche vimos lo mejor de los Pericos. Vimos lo que se puede lograr cuando el equipo y la afición se unen. Un solo latido. Una sola misión. Gracias a todos por la cálida bienvenida. Nos hicieron sentir como en casa desde el primer momento. Habrá muchas más cervezas en las previas en el futuro”.
Un gesto que no pasó desapercibido para una afición que, por fin, sintió que el palco estaba de su lado.
Una victoria histórica, pero con deberes
El 2-1 rompe dos maldiciones: diez años sin ganar en la jornada inaugural y el récord invicto del Atlético de Simeone en estrenos ligueros. Pero no conviene sacar pecho demasiado pronto. La victoria no esconde que al equipo todavía le faltan piezas importantes. Restan dos semanas para que cierre el mercado y la dirección deportiva, con Fran Garagarza al frente, tiene que apretar. El propio portavoz del club, Xavi Andreu, salió ayer a respaldar públicamente su trabajo, pero todos saben que queda por reforzar. La bolsa no es infinita, pero el reto está en estirar cada euro para darle a Manolo lo que necesita.
El valor de empezar con pie firme
Más allá de los datos, lo que se lleva el Espanyol es confianza. Ganar es importante, pero ganar así, con remontada, ante un grande y con toda Europa mirando, multiplica el efecto. El RCDE Stadium celebró como en las grandes noches, con la sensación de que este curso puede ser distinto.
Diez años después, el estreno liguero volvió a ser motivo de alegría. Y fue el Espanyol quien lo firmó, a costa de un Simeone que por primera vez se va de vacío en un inicio de Liga.