El Espanyol arrancó la temporada de la forma más soñada posible: victoria en casa contra el Atlético de Madrid y remontada incluida. Un debut que no se veía desde hacía una década y que ha encendido la chispa de la ilusión entre la afición blanquiazul. Sin embargo, mientras las gradas de Cornellà celebraban como si fuese una final, Manolo González se encargó de recordar que esto acaba de empezar.

El entrenador quiso cortar cualquier tentación de euforia exagerada. Su mensaje, más allá de lo inmediato, fue de agradecimiento a los suyos y de reivindicación de un club que, pese a las dificultades, sigue teniendo cosas muy buenas. Vino a decir que se puede disfrutar del momento y estar orgullosos, pero sin perder de vista lo esencial: la permanencia es el primer y único objetivo realista. Lo verbalizó dejado claro que hasta no alcanzar los 40 puntos, cualquier otro sueño sería engañarse.

El triunfo contra el Atlético también sirvió para reforzar el estilo que Manolo ha transmitido desde que asumió el cargo: cero vender humo. Ni discursos grandilocuentes, ni falsas promesas. Aseguró que no vale de nada sacar pecho en agosto porque la Liga te devuelve rápido a la realidad. Es un baño de pragmatismo que muchos pericos valoran, sobre todo después de temporadas donde se hablaba de cotas más altas y el desenlace acababa siendo decepcionante.
Eso no quita que el equipo haya dado un paso adelante en lo competitivo. El propio técnico lo reconoció, destacando que el club ha trabajado para reforzarse y que la llegada de tres o cuatro piezas más terminará de completar la plantilla. El triunfo ante el Atlético, además de los tres puntos, sirvió como escaparate para ver a un Espanyol más sólido, con recursos para reaccionar incluso cuando un rival de tanta entidad parecía tener el partido bajo control.

Al final, lo que queda es un arranque cargado de simbolismo: romper la maldición de las primeras jornadas y hacerlo contra un gigante de LaLiga. Un golpe de moral enorme para la plantilla y para una afición que llevaba tiempo necesitando un motivo para sonreír. Pero como recordó Manolo, esto no es un destino, sino solo el inicio de un viaje que será largo y en el que habrá momentos mucho más complicados. La fiesta está justificada, sí, pero el verdadero desafío será mantener la calma y la regularidad cuando la Liga apriete de verdad.
