El artículo de Eduardo Grenier que os dejamos a continuación es de esos que retratan al Espanyol tal y como lo vivimos los pericos: con fe y con resiliencia. Parte de una idea de Enric González, “una cuestión de fe”, y la enlaza con el presente, con un equipo que, pese al lío institucional y la falta de fichajes, compite siempre y no se rinde. Grenier reconoce que esperaba un buen partido contra el Atlético, pero admite que el triunfo fue más de lo soñado. Y lo explica con claridad: este Espanyol puede tener altibajos, pero nunca renuncia a luchar.
Un equipo que nunca deja de luchar
Releo por estos días un texto brillante de Enric González, un periodista de los buenos (y perico) que narra con precisión y belleza aquello que mejor define al Espanyol: “Una cuestión de fe”. Y me permito agregar otra virtud, acaso poco mencionada, pero que asocio mucho a este equipo que nos arranca las pasiones cada día : resiliencia. Eso es, eso somos, eso seguiremos siendo, por mucho que para algunos un club que arriba a 125 años de historia represente una piedra molesta en la horma del zapato.
Esperaba un buen partido el pasado domingo ante el Atlético de Madrid. No lo niego: soy un optimista testarudo, incluso cuando las derrotas, que siempre son más que las victorias, me provoquen huracanes emocionales que aún no he aprendido a controlar. Pero los tres puntos fueron más de lo que imaginé, básicamente por la dureza del rival y por el estado de ambigüedad institucional que atraviesa actualmente el RCDE.
Y digo ambigüedad por la no oficialidad del cambio de propiedad de Rastar a VSL, la cual sigue esperando el OK del Consejo Superior de Deportes (CSD). Esta situación mantiene el pie en el freno de la dirección deportiva de cara a fichajes que ya deberían haberse conseguido y con los cuales Manolo González tendría completa su “caja de herramientas” para afrontar cada vericueto del camino.
Pese a ello, el entrenador perico ha logrado armar un conjunto que -casi- siempre compite. Ni soy “manolista” ni me agradan demasiado esos bloques divisorios entre una misma afición para repartir adeptos y detractores en torno a una figura. Pero si tengo que ser honesto, desde la llegada del gallego al banquillo del RCDE Stadium hemos podido disfrutar de un elenco que entrega hasta el último hálito de energía por conseguir un buen resultado.
En este período, que inició con aquella sufrida victoria en La Romareda durante la temporada de Segunda División, en muchos momentos ha faltado fútbol, incluso el equipo ha sufrido de rachas adversas que casi le han llevado de nuevo al abismo, pero jamás ha faltado aquello que otras veces hemos exigido casi sin esperanzas: la intensidad.
Contra el Atlético de Madrid, pudimos percibir que seguirá siendo el Espanyol un conjunto solidario, que se exige físicamente hasta el último minuto y aunque por momentos sea inferior al oponente de turno, saldrá a la cancha a “morder” e intentará equiparar cualquier diferencia con esfuerzo.
Eso es, no lo duden, algo que debemos agradecer, viniendo de donde venimos, de tantas campañas en las cuales correr era ya lo mínimo que se le podía “mendigar” a muchos jugadores y ni siquiera eso recibía la afición blanquiazul.
Eso es, también, aquella fe de la que hablaba Enric González y que constituye bautizo perico en todas las esferas, pero esta vez más viva que nunca, repartida incluso entre los gladiadores que defienden el escudo sobre el césped.
Eduardo Grenier
