El Espanyol tiene casi cerrados a varios de los fichajes que le faltan, pero más allá de lo deportivo hay un pequeño lío en el vestuario que resolver: el de los dorsales. Porque con la normativa de la Federación en la mano hay menos margen de maniobra del que parece.
Para empezar, hay tres nombres sobre la mesa: Clemens Riedel, que llegaría con la idea de lucir el 3, Guido Rodríguez, que apunta al 18, y Urko González de Zárate, que se quedaría con el 25… siempre y cuando se haga un movimiento previo. Y es que el 21, el dorsal de Dani Jarque reservado a futbolistas formados en la cantera perica, tendría que pasar a Javi Hernández para poder liberar ese 25. De lo contrario, la jugada no cuadra.
El gran problema es la norma: “Todos aquellos jugadores que han empezado la Liga con un dorsal ya no lo podrán cambiar. Sólo existe una excepción a la norma, jugadores del filial que pasen a tener ficha del primer equipo y entonces sí podrán y deberán cambiar de dorsal, para llevar un número del 1 al 25.”. Es decir, nada de mover fichas con Terrats, que arrancó la temporada con el 14 y, por lo tanto, no puede modificar su número.
La otra vía sería jugar al intercambio: Urko con el 3, Guido con el 18 y Riedel con un dorsal a partir del 26, siguiendo la maniobra que ha hecho el Real Madrid con Franco Mastantuono, que no ha estado exenta de polémica. No sería la opción más estética, pero las normas mandan. Y todo esto siempre que no haya salidas, porque si algo dejó claro Manolo González en la previa es que no parece que vayan a producirse.
El panorama cara a enero tampoco invita a pensar en demasiadas alegrías. Con el mercado invernal, el Espanyol no tendría ninguna ficha libre salvo que se produzca un movimiento que podría ser, y aquí jugamos a la especulación, rescindir a un jugador que esté próximo a rescindir contrato, como por ejemplo Fernando Calero, fichar a un sub-22, devolver a Koleosho al Burnley o directamente vender a alguien. Opciones que, hoy por hoy, suenan bastante lejanas.
El puzzle de los dorsales está servido. El club blanquiazul tendrá que hilar fino para encajar a sus nuevas piezas sin contradecir el reglamento mientras la afición ya puede hacer sus propias cábalas respecto a qué número llevará cada recién llegado.
