Tyrhys Dolan, actual jugador del Espanyol, ha vuelto a demostrar que su historia no es solo la de un futbolista que pelea por abrirse camino en la élite. Su vida está marcada por la pérdida de Jeremy Wisten, su mejor amigo, y cada gesto suyo acaba recordándonos lo que significa cargar con una ausencia tan dolorosa. Este lunes, Dolan compartió en Instagram una foto muy especial: su visita a la tumba de Wisten. Una tradición que siempre ha mantenido viva en Inglaterra, aunque ahora, con su fichaje por el Espanyol, la distancia le obliga a cambiar rutinas.

Dolan nunca ha escondido lo que supuso la muerte de Jeremy, aquel joven central del Manchester City que se quitó la vida en octubre de 2020, poco después de cumplir los 18 años. Una lesión de rodilla le apartó del fútbol y el club no renovó su contrato. El sueño de llegar a ser profesional se le fue apagando hasta el final más trágico.
En una dura entrevista concedida en su día a la BBC, Dolan lo explicó con una sinceridad brutal: «Visito su tumba todas las semanas. Me gusta ir solo para poder hablar con él de fútbol, de la vida y de mi hermana pequeña, a quien no llegó a conocer». Y en esa frase está todo: cómo la amistad entre ambos fue más allá del balón y cómo la ausencia todavía le pesa como el primer día.
Jeremy y Tyrhys se conocieron en la cantera del City y pronto se volvieron inseparables. Dolan lo recordaba con una mezcla de dolor y ternura: «Yo siempre estaba en su casa o él en la mía tocando música y pasando el rato juntos. Íbamos a comer juntos, a entrenar, a fiestas… Cualquier cosa que involucrara diversión, ahí estábamos. Solía iluminar las habitaciones con su sonrisa. La gente tenía que verlo para entenderlo».

Ni siquiera cuando el fútbol les llevó por caminos distintos se rompió ese lazo. Dolan se fue al Preston North End, pero Jeremy siempre tuvo un gesto para ayudarle. Él mismo lo contó en aquella entrevista: «A veces no tenía suficiente dinero para gasolina para conducir de Preston a Mánchester para verlos. Él era más joven que yo, pero me daba dinero para que pudiera volver a casa. Me decía que no quería que le devolviese el dinero, sino que volviera a nuestra casa y pudiera ver a todos. Lo nuestro era amor fraternal».
El día que Jeremy se quitó la vida, Dolan sintió que algo en él se rompía para siempre. Lo reconoció sin rodeos: «No me lo podía creer. La única vez que me dijo que se deprimió fue cuando vio a un exentrenador en el gimnasio y le dijo que tenía que hacer sesiones individuales para recuperar. Él me contó que vio que era demasiado tarde para volver al fútbol». Un comentario que, visto con perspectiva, fue una señal de alarma que ahora pesa más todavía.
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En su funeral, Dolan cargó el féretro y leyó unos versos que siguen erizando la piel: «Jeremy, un amigo como ningún otro, mi mano derecha, mi hermano. ¿Por dónde empiezo? Hay tantos recuerdos de los que nunca nos separamos. Cambiaste la vida de muchos… Eres mi hermano hasta el final».
Esa herida, lejos de cerrarse, se ha transformado en una causa. Tras el suicidio de su íntimo amigo, Dolan comunicó al Blackburn Rovers que deseaba utilizar su cargo para promover la concienciación sobre la salud mental. Desde entonces, se ha volcado en esa lucha y hoy es embajador de Go Again, una organización benéfica que ofrece apoyo en salud mental a deportistas liberados de sus clubes. Él mismo lo resume con claridad: «Si puedo ayudar a cambiar la vida de una persona… Eso ya es suficiente para mí».
El fútbol ha seguido, claro, pero Dolan nunca lo juega solo. Cada gol, cada celebración, lleva el sello de Jeremy. Hace un tiempo dedicó una voltereta tras marcar al Blackpool y lo explicó con una naturalidad que emociona: «Jez habría estado entusiasmado. Yo quería que él lo hiciera mejor que yo y él que fuera yo el que lo hacía mejor. Teníamos ese amor el uno por el otro».
Hoy, desde Barcelona, Dolan sigue cuidando esa memoria. Su visita a la tumba de Jeremy, aunque ahora no sea semanal como antes, es un recordatorio de que hay amistades que no entiende ni de kilómetros ni de muros. Y sobre todo, es un mensaje a todo el fútbol: que detrás de los focos, contratos y camisetas, hay chicos con sueños que también necesitan sentirse acompañados.
