El Espanyol y el Valencia firmaron un 2-2 en Cornellà que difícilmente se olvidará. Y no tanto por el juego, que tuvo sus altibajos, sino por cómo acabó la película: con Javi Puado levantando al estadio en el minuto 95 y rescatando un punto que vale mucho más de lo que dice la clasificación. Fue uno de esos finales que hacen que el fútbol merezca la pena, aunque a ratos pareciera que la tarde iba a terminar en decepción.
En esta contracrónica, Juan José Caseiro se moja sin rodeos: analiza cada detalle, reparte palos y elogios con la misma naturalidad y le pone voz a lo que muchos pensaron en la grada. Habla de un Dmitrovic que debe lanzarse más al suelo, de un Cabrera que empieza a recibir el reconocimiento que se merece, de un Riedel que transmite seguridad y de un Pol Lozano que aparece cuando más se le necesita. También deja claro que Expósito y Romero juegan en otra liga.
Lo mejor de todo es la conclusión que deja el partido: este Espanyol no baja los brazos. Con defectos, con errores, con jugadores a los que aún les falta un punto más de confianza, pero con una fe que empieza a contagiar. Ese gol en el descuento fue la prueba de que el equipo va en serio. Y, como sentencia Caseiro, “hasta el rabo, toro es Puado”.
“Hasta el rabo toro es Puado”
Sin llegar a ser ‘el milagro de Medinah’, aquella remontada que Europa le hizo a EEUU en la Ryder de 2012 en Chicago, el gol que llevó al empate sentó de maravilla. Cuando la camisa ya no nos llegaba al cuerpo, el último arrebato del capitán mantuvo el invicto en casa, como aquella tarde de domingo capitaneada por Olazábal.
Paso la lupa a Dmitrovic que debe ir a buscar los balones al suelo tirandose y no de pie; le salió a Omar una tarde de la misma caña que otras muchas, donde Riedel aportó la conocida fiabilidad alemana y el saber que ya se puede contar con él para lo que sea menester. Nunca es tarde si el reconocimiento es bueno, señor Lele Cabrera y el fútbol de Romero ya alcanza el sinsentido.
Me gustó Pol en los ratos que el viento del partido no nos iba a favor y el despliegue de Pickel también merece un elogio, porque sabe a lo que juega. Lo de Expósito va paralelo a lo de Romero, sobresaliente alto, alto.
Gayá le dio el día a Dolan que aún así no cejó en el empeño, Puado pasó por todos los estados que el público le dedicó y quizá el gol sea la anilla que salta y hace explotar la granada. Bajo ya las manos de la cabeza de la que falló Kike, deseando que la siguiente la meta.
Los cambios traen tantas lecturas como jugadores entraron: cuesta entender que Roberto entre en las rotaciones, Urko sufre si el espacio de juego es pequeño y Rubén suma su segundo rato bueno dejando un poso interesante. Se quedan en simbólicos Salinas y Roca.
Una señal sobresale en el equipo: no hay espacio a la rendición. Con sus argumentos, con intensidad, el físico y el aliento de la grada, se siente capaz. 11 puntos refrendan una buena posición y la sensación de estar preparados para no dejarse llevar. Un espíritu indómito, que el rival empieza a notar. Hoy fue en el 95’, demostrando que ‘hasta el rabo, toro es Puado’.
Juan José Caseiro
