El Espanyol sacó un empate trabajado ante el Valencia (2-2) en el RCDE Stadium, en el segundo capítulo de una semana cargada de emociones que acabará el viernes con un derbi de los que se marcan en rojo: visita a Montilivi contra el Girona. Y aunque el marcador pueda invitar a pensar en reparto de puntos, lo cierto es que el partido dejó bastantes lecturas positivas: el equipo de Manolo González generó, luchó y mereció más.
Un inicio para olvidar
Los primeros 15 minutos fueron lo peor del partido para los blanquiazules. La presión no estaba bien coordinada y el Valencia transmitía sensación de peligro con muy poco. Una llegada, un gol -al final, fueron sólo dos disparos de los che en el tiempo reglamentario y ambos acabaron con premio-. Un jarro de agua fría para Cornellà, que veía cómo se complicaba la tarde demasiado pronto. Pero ahí apareció la otra cara del Espanyol: la de un equipo que no se resigna, que aprieta y que con el paso de los minutos fue empujando cada vez más cerca de la portería rival.
Las estadísticas avalan la reacción
Los números son claros: 21 disparos totales, 10 de ellos a portería, más de dos goles esperados, cero paradas de Dmitrovic y hasta seis de Agirrezabala para mantener vivo al Valencia. El contraste es evidente: el Espanyol jugó para ganar, y el empate terminó siendo un premio corto. Como reconoció Manolo González: “Objetivamente, sí. Aunque cuando tienes ocasiones, las tienes que marcar. Si no marcas, no mereces más tampoco. Me voy muy orgulloso”.
El gol que calló las dudas
La película del partido la decidió quien parecía más señalado. Javi Puado, discutido en algunos sectores por su irregular arranque de curso, se encargó de rescatar al Espanyol con un gol agónico en el 95’. Fue la guinda de una actuación que no fue brillante, pero sí valiente, porque nunca se rindió pese a los murmullos de la grada. Y el entrenador lo defendió con firmeza: “Es lo de siempre. Si vamos a discutirlo a él, apaga y vámonos. Es un jugador muy importante, lo he sufrido en contra en Segunda B y ahora lo estoy disfrutando”.
Líderes sobre el césped
Leandro Cabrera fue, probablemente, el mejor del partido. Firme en defensa, autor de un gol y referente constante en cada balón dividido. Expósito, pese a su error en uno de los tantos del Valencia, ofreció un día más un nivel alto en la medular, siendo clave en la construcción. Pol Lozano aportó criterio en los momentos en que el viento soplaba en contra, y Pickel sorprendió con un rol más adelantado, generando presencia en el área. Riedel, correcto en la salida de balón, dejó la sensación de ser fiable para lo que venga pese a dejar algunas dudas en tareas defensivas.
Las notas negativas
No todo fue perfecto, claro. Kike García vivió una de esas noches para olvidar. Fallón en exceso, incluso con un gol cantado que le regaló Roberto y que mandó fuera de manera incomprensible. Un delantero de su experiencia sabe que no puede perdonar así, aunque también está claro que nadie queda libre de un mal día. El citado Roberto, por su parte, estuvo voluntarioso: dio un pase de gol y trabajó para el equipo, pero le faltó acierto en los metros finales.
Los cambios que generaron debate
Los movimientos de Manolo González fueron sorprendentes, con un doble cambio con Urko y Rubén Sánchez entrando por la derecha a pierna natural que no todos entendieron. Sin embargo, el resultado final apagó cualquier discusión. Rubén, en particular, aprovechó sus minutos, ayudó a estirar al equipo y dio oxígeno en el tramo final. Koleosho y Terrats, en cambio, siguen esperando su momento.
Manolo, orgulloso de los suyos
El técnico gallego fue claro en sala de prensa: este fue, para él, el encuentro más destacado del año y posiblemente “el mejor partido” de su etapa en el banquillo del Espanyol. Y lo cierto es que el equipo acabó volcado, empujando al Valencia contra su área, con Cornellà rugiendo. Solo la falta de puntería impidió que los tres puntos se quedaran en casa. “Era muy injusto que el equipo se fuera perdiendo. Me voy muy orgulloso”, resumió Manolo, que volvió a insistir en la importancia del camino emprendido.
Un punto que hay que hacer bueno en Girona
El empate sabe bien, pero solo tendrá valor completo si se convierte en el impulso para sacar algo positivo en Montilivi. El Girona viene de sumar un punto en San Mamés en un partido que parecía imposible. Lo hizo gracias a un Ounahi estelar, el mismo jugador que estuvo en la órbita del Espanyol en verano, pero cuya llegada se frustró por motivos económicos. El marroquí lideró a los de Míchel, que están obligados a reaccionar tras un inicio de temporada durísimo.
Contexto para un derbi de alta tensión
El Girona llega con urgencias, después de un arranque lleno de bajas, derrotas y goles encajados, pero con el chute de confianza que supone puntuar en un escenario como San Mamés. El Espanyol, por su parte, encara el duelo con la moral alta, invicto en casa y con la sensación de estar en el camino correcto. El derbi pinta a choque de mucho voltaje, de esos que se juegan más con el corazón que con la cabeza.
Un Espanyol que ya no se rinde
Lo más importante de la noche frente al Valencia no fueron los dos puntos que volaron, sino la confirmación de que este Espanyol ha aprendido a no bajar los brazos. Con un juego atrevido, con ocasiones de sobra y con un capitán que aparece cuando más falta hace, la afición tiene motivos para creer. El viernes, en Montilivi, llega otra prueba de fuego para refrendar esas sensaciones.









