No era un partido oficial, ni había cámaras ni prensa. Solo un entrenamiento más en la RCDE Escola, un 12 de septiembre cualquiera, en la Ciudad Deportiva Dani Jarque. Hasta que dejó de serlo.
Hugo, uno de los chavales que estaban sobre el césped, se desplomó de repente. En segundos, todo se paró. Literalmente. Su corazón también.
Ahí estaba Kike García, sentado como cualquier otro padre, viendo a su hijo entrenar. Pero en cuanto vio lo que pasaba, reaccionó. No se quedó mirando. Saltó. Corrió. Pidió ayuda.
Y esa rapidez, ese instinto, fue clave. Porque detrás llegaron los servicios médicos del club, y gracias a una reanimación de manual, Hugo volvió. Con un desfibrilador ahora en el pecho y muchas ganas de vivir.
El abrazo que todos esperaban
Un mes después, Hugo volvió a pisar la Dani Jarque. Esta vez no como jugador, sino como protagonista de un pequeño milagro. Le acompañaban su madre, Fran Garagarza, Albert Villarroya y un montón de emociones contenidas.
Y allí estaba Kike, que llevaba una camiseta especial: la del Espanyol, con el 19 y el nombre de Hugo en la espalda. “Hay que agradecerle a la vida”, le dijo. “Y a ti, también”, le contestó el crío. Piel de gallina.
L’Hugo, jugador de la #RCDE Escola Dani Jarque, va patir una aturada cardiorespiratòria el 12 de setembre.
Gràcies a la ràpida actuació de Kike García – que era a la grada com a pare – i de l’equip mèdic, li van salvar la vida.
Ara, ja recuperat, ha pogut conèixer els seus… pic.twitter.com/8vel6tuA7y
— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) October 11, 2025
Y hasta hubo bromas
Por si no bastaba con tanta emoción, el médico que ayudó a reanimarlo apareció por videollamada. Se disculpó entre risas: “A lo mejor te rompí alguna costilla para traerte de vuelta, perdona eh”.
Y todos rieron.
Kike, el delantero que no solo mete goles
No hace falta que lleve el brazalete. Ni que marque cada fin de semana. En el vestuario lo saben: Kike es de los que siempre están. De los que no fallan. Este año lleva 8 partidos y un gol, el que nos dio la victoria contra el Mallorca. Pero si preguntas cuál ha sido su acción más importante, está claro que fue la de ese 12 de septiembre.
No todo va de fútbol
Lo que pasó con Kike y Hugo no es una noticia de deporte. Es una historia de personas. De humanidad. De no mirar a otro lado cuando toca actuar. Porque en el Espanyol, por encima de todo, somos una familia. Y en las familias se cuidan los unos a los otros. Ese abrazo entre un delantero y un niño no vale tres puntos. Vale una vida entera.
