No sería de justicia, aunque pueda parecer reiterativo, dejar de hablar una vez más de la figura de Manolo González. Hace no tanto, el Espanyol vivía uno de los momentos más oscuros de su historia reciente: el equipo estaba atrapado en Segunda, sin alma y sin rumbo. Luis Miguel Ramis, el anterior técnico, ya ni disimulaba su falta de fe en el ascenso, soltando declaraciones derrotistas que calaron en una afición harta de golpes. En ese contexto llegó Manolo. Y lo cambió todo devolviendo la sonrisa e ilusionando a la afición, como ayer en la gala del 125 aniversario del Espanyol muchos reconocieron públicamente.

Un ascenso que lo cambió todo
Debutó con victoria ante el Zaragoza (0-1) y a partir de ahí encadenó 6 victorias, 9 empates y solo una derrota. No le dio tiempo a lograr el ascenso por la vía directa, pero sí para meter al equipo en el playoff, devolverle la fe, y culminar el sueño con el ascenso ante el Oviedo. Evitó una tragedia deportiva e institucional: encadenar dos temporadas seguidas en Segunda, algo que nunca había pasado todos los años de historia del club.

Los que dudaban por su pasado
Ya en Primera, y con el equipo titubeando, hubo quien pidió su destitución. No ya por resultados, sino por prejuicios: «no tiene experiencia en élite», «es un conductor de autobús»… como si eso fuese una deshonra. Lejos de venirse abajo, Manolo escuchó al vestuario, ajustó su plan tras la derrota en Girona y el equipo cambió radicalmente.

Lo hizo con una plantilla muy justa, sin apenas refuerzos por la falta de inversión de Chen Yansheng. Aun así, logró una permanencia que aunque se hizo esperar hasta el último partido, virtualmente estaba casi en el saco muchas semanas antes. Sólo una mala serie de resultados impidió poder celebrarla con mucha más antelación.

Esta temporada, más y mejor
En esta 2025-26, ya con algo más de recursos, pero sin lujos, Manolo está consiguiendo que todos los jugadores mejoren. Ha fomentado una competencia interna muy sana, donde nadie tiene el puesto asegurado, y los resultados están a la vista: 18 puntos en 10 jornadas, porterías a cero, y jugadores que estñán ofreciendo un rendimiento brutal.

Un técnico que mejora futbolistas
Lo decía Àlex de Llano ayer en La Grada Ràdio: «Valoro a los entrenadores que mejoran futbolistas. Manolo lo ha hecho con todos. La versión de Pere Milla, el papel de Pol Lozano, el crecimiento de Expósito, el nivel de Cabrera…». Y añadía: «El espanyolismo debería darle besos por donde pisa». Ciertamente, ha de ser puesto en valor que es un entrenador que ha unido al club, que ha devuelto identidad, y que además ha conseguido resultados desde el primer día.
Carisma, humildad y verdad
Quienes conocen a Manolo saben que no va de nada. No suelta frases vacías en rueda de prensa, no busca titulares. Dice lo que piensa y lo hace con sentido común. El equipo no se relaje, no se conforme, y eso es reflejo de su técnico.

Mientras en algunos sectores del espanyolismo aún hay quien no valora lo suficiente lo que está haciendo, en el fútbol español hay unanimidad: el Espanyol es la revelación de la temporada y buena parte del mérito es suyo. Con humildad, sin altavoces, sin aspavientos. Simplemente trabajando, sabiendo escuchar, sabiendo cambiar, y sobre todo, sabiendo liderar.
El último paso: la gratitud de todos
No se trata de convertirlo en un dios ni de olvidar que vendrán momentos duros. Sin duda habrá momentos complicados pero seguirá siendo el mismo equipo y también el entrenador, y habrá que darles confianza. Pero sí se trata de ser justos. El Espanyol no estaría donde está sin Manolo González. Eso es un hecho.
