El Espanyol – Villarreal dejó más cosas que un simple 0-2 en el marcador. Fue un partido de esos que sirven para hacer radiografías, con el contraste bien subido, que reflejan los límites del momento. Juan José Caseiro firma esta contracrónica como quien repasa un parte de quirófano: con bisturí fino, ironía quirúrgica y sin evitar las zonas sensibles. Porque lo vivido este sábado en el RCDE Stadium no fue una derrota cualquiera, sino otro episodio dentro de ese proceso de reconstrucción que tantas veces se dice que es necesario, pero que tantas veces duele cuando se enfrenta con rivales que van dos pasos por delante.
Parte del proceso
La RAE aceptó, entre otras palabras del inglés, el término ‘lifting’, la operación de cirugía estética que estira cara y cuello. Como en Vitoria asomó la primera arruga, Manolo retocó todas las líneas sin contar el obligado de los cedidos. La nueva imagen duró hasta que un tío que ‘lleva el 7 detrás’ decidió el partido.
Antes de la derrota, Dmitrovic hizo ‘la parada del matamoscas’ sobre la misma raya; andaban mosqueados los amarillos por lo de Chipre y a Omar lo secó Moleiro. Calero titular desde aquel excelente en Girona y Cabrera, constataban que la delantera amarilla nos pasaría consulta. Salinas bien, pero le cerraron el juego por dentro que ofrece su compañero.
Cuando el Villarreal puso una marcha más, Urko y Pol solo podían bascular para tapar las grietas y a Expósito ninguno de los de arriba le entendía sus ideas y se fue demasiado pronto.
187 bicicletas después, Dolan acabó haciendo la jugada más peligrosa: un chut en el 88’ y Milla perdía balón y tiempo discutiendo con ‘el mailismo’. Roberto vigilado, no encontró ni un resto de chatarra que pudiera aprovechar.
El segundo gol coincidió con los primeros cambios, que en esas condiciones nos llevó a la arqueología futbolística: Pickel para robar, Rubén y Jofre a centrar y Kike con Rubio a rematar. Ni lo uno, ni lo otro, ni lo siguiente.
Si fuese un libro, la sinopsis resumiría que jugando al cien x cien se igualaron las fuerzas en una buena primera parte, hasta que la diferencia de calidad/presupuesto saltó a la vista. Roma no se hizo en un día y las buenas vibras de otros días no deben venirse abajo por dos partidos. Una parte del proceso, si queremos un cambio, es entender y reducir la diferencia que, a día de hoy, hay entre la aristocracia de la liga y el resto.
Juan José Caseiro
