En La Grada Ràdio era imposible no hablar de lo de Palma. El Espanyol, eliminado de manera veronzosa de la Copa del Rey ante el Atlético Baleares, volvió a tropezar con una piedra que ya conoce de sobra. Francesc Via, que narró en directo el desastre desde el Estadio Balear, lo ha dejado muy claro: “Dimos pena, fue el Espanyol de siempre”. Y lo triste es que tiene razón. En un momento donde parecía que el equipo estaba soltando el lastre del pasado, volvió el fantasma del Barbastro, esta vez con acento balear. Manolo González ha trabajado para cambiar la cara del equipo, pero el jueves todo lo construido se tambaleó. Se rompió algo más que una eliminatoria de Copa.

El puñal más doloroso: matar la ilusión de tu gente
Lo peor de estas derrotas no es solo lo deportivo. Es ver cómo se escapa la ilusión, cómo una parte de la afición empieza a pensar que no hay manera. Y cuando esto pasa con algunos de tus jugadores titulares en el campo, como Edu Expósito que no tuvo reparos en reconocer en zona mixta que dieron pena, la herida escuece más. Porque no se trata de dar descanso ni de tirar la Copa: se trata de competir. Y eso fue justo lo que no hizo el Espanyol. El Atlético Baleares lo quiso más. Corrió más. Creyó más. Y ganó.

Manolo asume la culpa, pero ahora debe reaccionar; lo de los jugadores merece capítulo aparte
Manolo González dio la cara. No se escondió. Dijo que el equipo hizo un partido horrible “a nivel de intensidad y de todo”, y que la responsabilidad es suya. Lo es. Lo cierto es que él también queda señalado, pero ahora tiene una oportunidad clara para que no se le vaya de las manos: el domingo toca el Rayo Vallecano. Si el equipo responde, si vuelve a competir con el carácter de las últimas semanas en Liga, este desastre quedará como lo que debe ser: una hostia de las que duelen, pero que te sirven para despertar. Aunque lo cierto es que hay una parte de la afición que le tiene ganas, y que lo tiene señalado.

Capítulo aparte merecen los jugadores: nadie, ni los que salieron en el once inicial ni los que entraron de refresco estuvo a la altura. Dominó la posesión en la primera parte, pero sin ideas ni colmillo, con un equipo perdido, sin desmarques ni presencia en el área. El Atlético Baleares, ordenado y con hambre, aguantó con solvencia y acabó castigando tras el descanso gracias a un error grosero de Riedel que Tovar no perdonó. Desde ahí, el equipo de Manolo se descompuso por completo: cambios sin impacto, prisas, ansiedad… y ninguna reacción real. No hubo polémicas ni excusas: fue una derrota merecida, dolorosa e impropia de un equipo de Primera.
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— LA GRADA (@lagradaonline) December 5, 2025
Martín Chico y su opinión sin filtros tras el desastre copero: “Esto no lleva a buen puerto”
El espanyolismo sigue en estado de shock después del naufragio en Palma, y la voz de Martín Chico en La opinión del día ha puesto palabras a ese nudo en el estómago que sentimos muchos. “Buenos días pericos, pericas”, arrancaba con tono grave, sabiendo que la cosa no estaba para florituras. “Como entenderéis bien, hoy vamos a hablar de la debacle de ayer ante el Atlético Baleares”. Y lo dijo sin paños calientes. Porque por mucho que uno intente racionalizar la Copa, lo de caer ante un equipo de Segunda RFEF escuece.

“Bienvenidos al club en el que nunca pasa nada, porque no va a pasar nada”, soltó con esa mezcla de ironía y resignación que retrata a la perfección cómo se siente buena parte de la afición tras otro batacazo que se suma a una larga lista de noches para olvidar en la historia copera blanquiazul. Martín detecta algo que está en el ambiente: una especie de tendencia a justificarlo todo, incluso una eliminación tan sonrojante como esta. “Ahora mismo todos ilusionados con la Copa, nos eliminan, y ya se ve en comentarios… que bueno, que la Copa mejor dejarla a un lado porque no tenemos plantilla para dos competiciones”, explicó con sorna. “Ya me dirás, pero que te elimine un Segunda RFEF, prácticamente semi aficionados… pues qué quieres que te diga”.
Martín Chico fue un poco más allá del resultado y se metió en terreno más profundo: la mentalidad de club. “Ocurre que si dejamos la Copa a un lado, nos centramos en entrar en Europa… pero no, no, no, es que Europa amigo desgasta mucho”, dijo, anticipando el eterno discurso de la manta corta. Y entonces lanzó la pregunta que muchos se hacen pero pocos se atreven a poner sobre la mesa: “¿Qué queremos?”. Para él, el conformismo lo invade todo: “Este es un club absolutamente conformista, es un club vago, digamos, hablando en plata… no es de recibo que la gente se conforme, no proteste, no diga nada y sencillamente pues bueno, es lo que hay”.
Y sí, también hubo espacio para hablar del planteamiento de Manolo González. Martín dejó claro que no es un ‘antimanolista’. “No empecemos con que a la cueva o no a la cueva… al contrario, Manolo demasiado hace con lo que tiene”, apuntó. Pero eso no le impidió señalar que “el planteamiento para mí fue penoso”. Considera que no puedes jugarte una eliminatoria poniendo un once completamente nuevo, sin ritmo, sin química. Y propuso algo tan simple como sensato: “Si quieres de verdad clasificarte para la siguiente ronda de la Copa, tienes que poner al equipo titular al menos en el primer tiempo”.
Según él, si metes uno o dos goles pronto, el rival se viene abajo, y ya después puedes hacer rotaciones. Pero ayer, quien dio la lección fue Luis Blanco, técnico del Atlético Baleares. “No siempre se puede estar en el sitio acertado, en el momento acertado y acertado”, concluyó sobre la pizarra de Manolo.
Martín Chico también aprovechó para mirar hacia arriba. Porque lo que más le inquieta, según confesó, no es tanto el tropiezo puntual, sino cierta deriva institucional. “Esto tiene una pinta que a mí de verdad no me gusta mucho… no quiero ser derrotista, al contrario, por lo general soy optimista”, aclaró. Pero remarcó algo que no es nuevo: la ausencia de Alan Pace. “No ha vuelto a aparecer por ningún lado”, lamentó, añadiendo que el mensaje del CEO Mao Ye no ha cambiado. “Dice que se va a seguir la misma corriente y el mismo tipo de sistema en el club y eso a mí me enerva un poco”.
Y cerró como lo hace siempre, con su sello personal, aunque esta vez sin disimular el mal cuerpo: “Nada más pericos, que tengáis un buen día y ya sabéis, fruta Far$a y visca l’Espanyol, chao”.