Lo que parecía una semana tranquila acabó con un bofetón que nadie esperaba. El Espanyol, que venía rindiendo muy por encima de lo previsto en Liga, cayó eliminado de la Copa del Rey en Palma ante un Atlético Baleares de Segunda RFEF que le pintó la cara a los de Manolo González con todas las de la ley y sin ninguna excusa a la que agarrarse: ni el ceéped, ni el viaje, ni el calendario…. Y ese borrón, por mucho que se intente pasar página, ha dolido y mucho en una competición para la que casi todo en lo que llevamos de curso habían sido alegrías. Porque no solo es quedar eliminados de la competición que históricamente ha dado más satisfacciones al club a lo largo de su historia, es que ya llovía sobe mojado tras otro bofetón de los que dejan huella hace justo un año ante otro modesto, el Barbastro, y además fue la forma cómo se cayó. Y porque justo cuando parecía que todo encajaba en la hoja de ruta blanquiazul, el equipo de Manolo González tropezó donde no debía.
23 eliminaciones ante equipos de inferior categoría
Ayer pusimos sobre la mesa un dato demoledor de @pedritonumeros: el Espanyol es el equipo de Primera más veces eliminado por clubes de inferior categoría, con 23 eliminaciones. Le siguen la Real Sociedad (22) y el Racing (18). Algo que ya no parece algo puntual sino estructural o mental. Vaya usted a saber, pero el dato es muy revelador de la idiosincrasia del Espanyol, de un ADN con muchas cosas positivas, pero con elementos como este muy negativos que indefectiblemente se repiten año tras año. Pese a que Manolo ha hecho milagros con el equipo, el borrón de que dos de estas eliminaciones, las últimas, le pertenecen, mancha un tanto su trayectoria.
23 eliminaciones del Espanyol en Copa ante equipos de inferior categoría:
13 vs equipos de 2ª categoría
7 vs equipos de 3ª categoría
3 vs equipos de 4ª categoríaEquipos de Primera más veces eliminados por equipos de inferior categoría:
23 Espanyol
22 Real Sociedad
18 Racing— Pedro Martin (@pedritonumeros) December 4, 2025
En Liga, muy bien. Pero el susto ha hecho temblar el suelo
La sensación ahora tras la última -de momento- debacle copera es rara: el equipo está sexto en la clasificación, empatado con 24 puntos con el Betis, viene de ganar al Sevilla en casa y al Celta en Vigo… y aun así, hay ruido, mucho ruido. Porque el tropiezo copero ha reactivado ciertas críticas que parecían dormidas, especialmente de ese sector que le tiene la cruz puesta a Manolo desde que cogió al equipo en Segunda. No es nuevo y posiblemente de manera objetiva si nos atenemos a lo hecho por el preparador gallego tampoco es justo, pero lo cierto es que hay parte de la grada que piensa así, se ha de respetar y está ahí. Y este domingo ante el Rayo toca reaccionar, sin excusas. Que lo de la Copa no se contagie a lo que realmente importa, a lo que remitiéndonos a esa frase que todos usan cuando se pregunta por las prioridades de los equipos de Primera, “lo que da de comer”. Es decir, la Liga.
Ha de volver ese Espanyol que en Liga sí ha sabido competir
Manolo tiene claro que este equipo no está para tirar fuegos artificiales, pero sí para competir cada partido. Él mismo lo dijo tras la victoria en Balaídos: “No nos tenemos que equivocar en el tipo de equipo que somos”. Y ahí está la clave. El Espanyol de esta temporada es orden, actitud y cabeza, todo lo que se echó en falta el jueves en Palma. Lo demás, si llega, bienvenido sea. De momento, esa fórmula está funcionando en la competición regular. “A los 42 puntos siempre”, repite el míster como mantra. El problema es que aquí el margen de error nunca es muy grande.
El Rayo, sin victorias desde octubre, pero con peligro real
Y claro, el rival tampoco invita a confiarse. El Rayo Vallecano no gana en Liga desde el 26 de octubre, cuando se impuso 1-0 al Alavés. Desde entonces, ha encadenado una derrota dura (4-0 en Villarreal) y tres empates seguidos: 0-0 ante el Madrid, 0-0 en Oviedo y 1-1 frente al Valencia. Y pese a eso, no da sensación de estar mal. De hecho, compite bien, genera ocasiones y presiona como pocos. “Van como motos” dijo Manolo aún con el cabreo por lo visto ante el Atlético Baleares. Es de esos equipos incómodos que te hacen correr todo el partido.
Íñigo Pérez tiene claro el objetivo: sobrevivir con estilo propio
El técnico franjirrojo no se esconde: “Nuestra única lucha es permanecer en Primera división. No hay más”. Y esa honestidad, lejos de ser una renuncia, explica la seriedad con la que juegan. Ante el Valencia, Nobel Mendy pasó de héroe a villano en minutos, marcando su primer gol como profesional y luego metiéndose el empate en propia puerta. “Creo que es otro partido que hemos, por desgracia, visto esta temporada… si no haces el segundo, todo sucede muy rápido”, resumió Iñigo. El diagnóstico es realista, pero no derrotista.
Un campo donde el Espanyol suele mandar, pero que no garantiza nada
Si miramos los antecedentes, el Espanyol suele hacerse fuerte en casa ante el Rayo: 12 victorias, 5 empates y solo dos derrotas en 19 partidos como local. Son números positivos, con una media de 2,05 goles a favor y 1,11 en contra. Pero como siempre, los datos no juegan. Y el último partido entre ambos en casa fue una remontada agónica en agosto del año pasado: 2-1 con goles de Carlos Romero y Veliz en el añadido.
Aquel día, el Espanyol mostró carácter. Este domingo necesitará algo más: reacción, orgullo… y puntos.
Un calendario duro a la vista y necesidad de cerrar el año fuerte
El partido ante el Rayo es también una especie de trampolín porque lo que viene después no será precisamente un camino de rosas. El calendario se complica para los nuestros con el cambio de año, y sumar ahora puede ser la diferencia entre seguir en la pelea por Europa o meterse en líos si llega una racha negativa que nadie desea, pero que tampoco puede descartarse, y ya sabemos que el entorno perico es tradicionalmente voluble, pasando de la euforia al drama en cuestión de uno o dos partidos. Por eso, más allá de la clasificación o de las sensaciones, ganar este domingo es clave. Para cerrar heridas, calmar un ambiente que de manera inesperada se ha agitado y seguir mirando hacia arriba con la cabeza bien alta.