Francesco Acerbi y Yann Sommer se han convertido para siempre en ídolos de la afición del Inter de Milán y ‘enemigos públicos’ del FC Barcelona. Las soberbias actuaciones de ambos jugadores en el Giuseppe Meazza la noche de ayer quedarán en el recuerdo de todos los tiffosis nerazzurris que ya les elevan a los altares del interismo. Por su parte, el nombre del italiano y el del suizo, no serán muy gratos en la Ciudad Condal, que vio como el gol y la solidez defensiva del primero, y las impresionantes intervenciones del segundo privaron al cuadro azulgrana de estar en la gran final de la Champions del próximo 31 de mayo.
La historia de superación de Acerbi
Los 120 minutos del central italiano son para enmarcar. Robusto en labores defensivas y constantemente atento a las internadas de los ‘cracks’ azulgranas, Acerbi terminó siendo definitivo no por su defensa sino por su incursión al ataque en el minuto 93.
Cuando el encuentro languidecía y el Barcelona tenía en su mano el billete a Múnich, el ’15’ puso la eliminatoria patas arriba. El veterano central de 37 años se lanzó al ataque y ocupó posiciones de delantero centro. Dumfries desde la banda le sirvió un balón al área y Acerbi como el mejor ‘9’ del mundo se anticipó a Araujo y remato a bocajarro para poner el 3-3 en el electrónico y mandar el partido a la prórroga. Un gol agónico, que además de resucitar a su equipo, significaba el primero de toda su carrera profesional en competición europea.
El gol de ayer es un premio a la constancia. Acerbi es sinónimo de superación y no rendirse. El de Vizzolo Predabissi ha derrotado al cáncer en dos ocasiones, superó la depresión tras la muerte de su padre y dejó atrás el alcoholismo.
En julio de 2013 fue operado de urgencia tras detectarle un tumor en los testículos, se recuperó, volvió a jugar y a finales de ese mismo año… recayó. Una piedra más en un camino muy duro. Un año antes, en 2012, perdió a su padre y se refugió en el alcohol para evadirse del dolor. Pero el cáncer fue el punto de inflexión del italiano que logró abrir los ojos y salir de la adicción y los malos hábitos.
“El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por tenerlo. No me respetaba, no respetaba mi trabajo, ni a quienes me pagaban. A menudo llegaba al entrenamiento ‘achispado’, sin haberme recuperado de los efectos del alcohol. Sin la enfermedad habría acabado jugando en la Serie ‘B’ o, tal vez, me habría retirado. Por fortuna alguien de ahí arriba me amaba y me envió la enfermedad. Sin ella hubiera terminado muy mal. Nadie me hubiera salvado. Estoy satisfecho de la persona en la que me he convertido a pesar de todas mis deficiencias”, reconoció el transalpino en el pasado.
Sommer, un coloso de sólo 1,83 de altura
El suizo es sin duda uno de los porteros más infravalorados de Europa en los últimos años. El de Morges fue elegido anoche como ‘MVP’ del partido por su extraordinaria actuación que amargó a los atacantes del FC Barcelona. Sommer fue un muro en Milán y paró de todas las formas y colores. Un total de 14 paradas realizó el internacional helvético. Una actuación casi sin igual. Sólo Jan Oblak, con 16 en la 2015-2016, tuvo más intervenciones en unas semifinales de Champions.
Todas las paradas del meta interista fueron de gran mérito pero dos en especial fueron de otro mundo. La primera a Eric García con 2-1 en el marcador volando de un palo a otro para blocar el balón casi sobre la línea de gol y la segunda a Lamine Yamal en el 114′ de la prórroga sacando con la yema de los dedos un disparo al palo largo del internacional español.
Sommer siempre ha tenido que vivir con los estereotipos y críticas a su poca altura para ser portero. El guardameta de 36 años mide 1,83 metros de altura y es el portero más bajo de toda la Serie A.
“Ya no me preocupo por eso. Cuando era más joven era un problema mayor, pero tuve la suerte de tener entrenadores que no le daban mucha importancia a la altura. Si hubiera tenido entrenadores que dijeran que necesitaban un portero de 1,93 metros, probablemente no me habría convertido en profesional”, ha llegado a confesar el exjugador de Basilea y Borussia Mönchengladbach, entre otros. Ahora ha vuelto a demostrar que una mayor altura no determina el rendimiento en la portería.
