A la hora de ir al supermercado a hacer la compra cada vez miramos más los precios con el fin de encontrar las mejores ofertas y ahorrarnos algo de dinero en los productos. La desorbitada inflación que vivimos ha supuesto que más de la mitad de los consumidores se hayan tenido que replantear su cesta de la compra y sus hábitos.
Millones de españoles han optado por centrar su estrategia de ahorro en las marcas blancas debido a la mejora considerable de la calidad de estas en los supermercados de nuestro país. Si hablamos en cifras, los datos son tremendamente reveladores: Comprar únicamente productos marca blanca durante un año completo significa un ahorro en el presupuesto familiar de 1.800 euros anuales. Si lo extrapolamos a cada mes, representa un ahorro de 150 euros en el bolsillo del consumidor.
Así funcionan las marcas blancas
El funcionamiento de las marcas blancas se basa en un sistema estratégico perfectamente diseñado por los departamentos comerciales de los establecimientos. Muchos consumidores creen que los productos son fabricados por la propia cadena, pero la realidad es bien diferente. Los supermercados no son los encargados de producir estos artículos, sino que ellos subcontratan la fabricación a empresas especializadas con especificaciones predefinidas. De esta forma se consigue reducir costos eliminando intermediarios entre productor y consumidor final.
De ahí que la gran diferencia entre comprar marca original y marca blanca resida en los costos de distribución y la publicidad. Las marcas populares emplean importantes presupuestos en campañas televisivas, presencia en redes sociales o colaboraciones con famosos. Sin embargo, en las marcas blancas estos gastos son innecesarios y por lo tanto se eliminan para rebajar así el precio final del producto.
En muchas ocasiones, el mismo fabricante produce ambos tipos de marcas utilizando idénticas materias primas, procesos y máquinas. El resultado final es el mismo, no obstante, en las marcas blancas lo que cambia es el envase y la ausencia de publicidad.
Ubicaciones estratégicas en el supermercado
Dentro de las tiendas, las cadenas escogen a conciencia los lugares en los que van a ubicar estos productos más económicos. Las estanterías inferiores, prácticamente casi a ras del suelo, son el punto donde se concentran más marcas blancas. Las opciones más baratas siempre van a estar en la parte inferior, mientras que los productos que más beneficios dan los sitúan a la altura de los ojos. Por eso, el consejo es claro: agáchate para revisar las zonas bajas donde puedes ahorrar dinero con alternativas que reducirán tu gasto.
También es recomendable revisar de forma periódica las ofertas que el propio supermercado cuelga en su aplicación. Casi todas las cadenas españolas ofrecen descuentos específicos y promociones por cantidad. Para aprovecharte de ello, es vital elaborar una lista de la compra con antelación para planificar el menú semanal y comparar precios.
Las marcas blancas son sinónimo de calidad
Queda ya muy lejos la idea generalizada de que las marcas blancas ofrecen productos de baja calidad. Diversos estudios y pruebas científicas han demostrado que eso no es cierto, hasta el punto de que el 80% de los consumidores considera que las marcas blancas igualan o superan en calidad a los productos fabricante. Además, en muchos de los casos tanto la marca original como la blanca cuentan con especificaciones completamente iguales.
En definitiva, si vas a un supermercado, no te lo pienses y opta por la marca blanca. Normalmente no hay diferencia alguna con la marca original y tu bolsillo lo agradecerá. También es recomendable que elijas los productos en formato familiar en lugar de porciones individuales ya que de esta manera reducirás significativamente el precio por unidad media. Sigue este hábito y notarás un ahorro que puede ser clave a fin de mes.
