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La hipoteca compartida: beneficios e inconvenientes con los que tendrás que tener mucho cuidado

La hipoteca compartida suele ser la opción preferidas por las parejas.

por La Grada
2 de enero de 2025
en Economía
La hipoteca compartida: beneficios e inconvenientes con los que tendrás que tener mucho cuidado

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Compartir la hipoteca puede llegar a ser una respuesta ingeniosa para poder acceder a una vivienda, más aún si aquellos que la comparten son una pareja o bien personas que estén íntimamente unidas, pero antes de embarcarse en esta aventura financiera sería conveniente saber, además de sus ventajas, que también existe una serie de riesgos que pueden complicar el paso a seguir.

Ventajas claves de compartir una hipoteca

La hipoteca compartida permite a más de una persona ser titular de la misma, tal y como su propio nombre indica. Este modelo tiene algunas ventajas claras: por un lado, esta forma de hipoteca facilita la obtención del préstamo. Al haber más de una fuente de ingresos, el banco considera que hay menos riesgo para ellos y, por tanto, puede ofrecer mejores condiciones, como, por ejemplo, un tipo de interés inferior o un plazo más extenso.

Por otro lado, este tipo de hipotecas, en general, permiten obtener importes más altos, por lo que puede permitir la posibilidad de la compra de una vivienda que en otro caso hubiese estado fuera de su alcance. Otro elemento a favor sería la seguridad que dan tener varios pagadores. Si las cosas van bien, dividir los pagos hace que la cuota mensual que se tiene que pagar no sea tan elevada como para las personas que sólo tienen una nómina como ingreso principal. Para muchas parejas o familiares, este componente puede ser una puerta abierta a la propiedad de una vivienda.

Riesgos ocultos: cuando la hipoteca compartida duele

Todas las ventajas que se han descrito anteriormente pueden sufrir distintos matices que debemos tener en cuenta. Uno de los principales inconvenientes es la famosa figura de la denominada solidaridad. Esto implica que todos los titulares gozan, entre sí, de la responsabilidad de toda la deuda. Si alguno de ellos no puede pagar su parte, el banco puede pedir a las otras partes el pago de la totalidad.

Este factor puede llegar a resultar un dolor de cabeza si, solapando el acceso a la propiedad de la vivienda, se da una situación (por ejemplo, el desempleo o problemas personales de alguien) que se determina por otra situación en la que el banco pase a tener que reclamar su deuda.

Lo que también se debe tener en cuenta son los conflictos que pueden darse entre titulares. Una ruptura, une disputa familiar, o bien un simple cambio de prioridades pueden llevar a una de las partes a querer desvincularse. No es tan simple como estampar la firma en un documento y decir adiós a la hipoteca compartida. Habitualmente conlleva un proceso legal y financiero complejo que puede estropear aún más las relaciones.

Además, salir de la hipoteca compartida con anterioridad al vencimiento del plazo conlleva costes adicionales: deshacerse de esta vivienda, acarrea la venta, lo que puede parecer una manera de salir rápido, pero que debe sumarse a gastos de impuestos y tasaciones de escritura. Si uno de los titulares quiere quedarse con la propiedad, deberá hacer frente a la totalidad del préstamo, lo que podría conllevar incluso un nuevo análisis financiero por parte del banco y un aumento en las condiciones del préstamo hipotecario.

Alternativas para salir de una hipoteca compartida

Si los propietarios deben poner fin a una hipoteca compartida por cualquier motivo, tienen tres opciones básicas.

  • Vender la vivienda y liquidar la deuda: supone pagar impuestos y asumir pérdidas, si la cuantía de la venta es inferior a la de la compra.
  • Uno de los titulares compre la parte del otro, opción que obligaría a renegociar el crédito contratado con el banco, opción que está bien, pero que no siempre es simple.
  • Extinción de la comunidad, que tampoco es una opción mala, ya que implica sólo pagar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados del 0,5% al 1,5%. Esta opción sería la más atractiva, siempre que las circunstancias lo permitan.

En definitiva, lo que puede ser una manera de facilitar tener una vivienda en propiedad no está exenta de riesgos. Por ello, hay que valorar las posibilidades y tener en mente un plan claro en el caso de la decepción. Y como siempre, leer la letra pequeña y hacerse asesorar puede ser la diferencia entre un sueño cumplido y una pesadilla financiera.

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