Salir de la ducha y, casi inmediatamente, buscar en el cajón para sacar la caja de bastoncillos, es un gesto habitual en muchas personas. La creencia es que cuanto antes te limpies lo oídos mejor, y que hacer uso de estos pequeños instrumentos te ayudará en tu higiene ótica. Pero la realidad no es esa, este extendido hábito no es tan inofensivo y simple como pudiera parecer.
La limpieza que sientes, realmente no es tal. Los otorrinos advierten del peligro de los bastoncillos en los oídos y lo que debes hacer en su lugar. La recomendación de dejar de lado este método de limpieza viene provocado por los riesgos y problemas que puede desencadenar. El uso de bastoncillos es, sin duda, una rutina nociva que puede dañar una estructura del oído que es tremendamente delicada y no está pensada para ser manipulada.
El cerumen no es nuestro enemigo
La sociedad tiene preconcebida la idea de que el cerumen que se acumula en nuestros oídos es suciedad que ha de ser limpiada. Pues bien, esa percepción no es para nada cierta. El cerumen actúa como una barrera protectora natural y cuenta con propiedades antibacterianas y lubricantes. Es un aliado, no nuestro enemigo.
A raíz de la tradición y la publicidad, los bastoncillos se han posicionado como el objeto idóneo para paliar esta suciedad. No obstante, los expertos opinan lo contrario. Los bastoncillos no son recomendables. Su diseño no sirve para lograr nuestro cometido: extraer el cerumen; sino que se produce el efecto contrario, lo compacta en el fondo del conducto auditivo. En vez de traer hacia fuera, la cera será empujada hasta el interior del oído. Crecerá el riesgo de existencia de un tapón.
Un agente externo que no beneficia a tu oído
El cuerpo humano tiene mecanismos que regulan el correcto funcionamiento. En el caso del oído, el conducto auditivo cuenta con un sistema de autolimpieza capaz de expulsar el excedente de cera de forma natural hacia el exterior.
Cuando entran en juego los bastoncillos lo que se provoca es que ese mecanismo de autolimpieza se interrumpa bruscamente y se genere un atasco. Las consecuencias por este hecho pueden ser varias y se puede pasar de un simple tapón a lesiones más importantes. Esa zona del cuerpo es muy sensible y es fácil dañarla, por eso, la fricción del hisopo puede dar lugar a microheridas, irritación e incluso infecciones dolorosas, como la otitis externa.
Estos son los posibles riesgos en tu salud
La lesión en el tímpano es la más temida en este ámbito. Un error, un golpe accidental o un movimiento brusco pueden provocar este daño difícilmente reparable. Una perforación timpánica por el uso incorrecto de bastoncillos puede causar dolor agudo, vértigos y pérdida de audición.
Sin llegar hasta ese punto, la acumulación de cerumen en el oído puede causar una sensación de oído taponado, zumbidos o acúfenos e incluso una notable disminución de la capacidad para oír. Lo peor, es que los bastoncillos, lejos de solucionar estos tapones de cera, los crean o los empeoran.
La cera es vital. Atrapa el polvo, la suciedad y los microorganismos antes de que lleguen a las partes más sensibles del oído, protegiendo de posibles infecciones.
Así debes cuidar tus oídos
Grábate a fuego esta premisa: no introduzcas en tu oído nada que sea más pequeño que tu codo. Para limpiar de forma adecuada tu conducto auditivo, simplemente necesitas la punta de una toalla o una gasa húmeda para limpiar con suavidad el pabellón auricular y la entrada del conducto, al salir de la ducha.
Si aún así notas un cantidad excesiva de cerumen, debes acudir a un médico o a un otorrino, para que evalúe tu oído y decida si hay que realizar una extracción o no.
