Que un restaurante de un pueblo casi vacío cautive a un crítico del New York Times, es un reflejo de la época en la que vivimos. Una época en la que la comunicación a través de las redes sociales y la tecnología, puede hacer que muchas personas conozcan un restaurante “perdido en el mundo” gracias a la crítica de alguien como un crítico del New York Times.
Pero claro, sin la tecnología esto no sería posible. La crítica de este profesional comienza así: «Si está dispuesto a desafiar la carretera estrecha y montañosa que serpentea entre La Rioja y Castilla y León, será recompensado«. Después vemos lo que se puede encontrar en el restaurante y más sobre algunos de La Rioja.
El éxito de algunos restaurantes humildes
El éxito de algunos restaurantes humildes como el que vamos a ver hoy, es evidente para quienes leen crítica gastronómica. Hay restaurantes de vanguardia y de alto ticket, que son bastante reconocidos. Las estrellas Repsol y la guía Michelín también son de referencia para quienes buscan el buen comer y exclusivo.
No obstante, hay algunos restaurantes que reciben críticas a pesar de su humildad. De hecho, el restaurante que vamos a ver ha conseguido cautivar a un crítico del New York Times.
En algunos de estos restaurantes ni siquiera hay numerosas opciones. Se trata de una carta que muestra algunos platos de comida casera típicos del lugar y poco más. Este es el caso de este restaurante, que conoceremos un poco más por haber cautivado a este crítico del New York Times de forma tan inequívoca.
El restaurante alabado por el crítico
El restaurante que ha sido tan bien visto por este profesional no es otro que Casa Irene ubicado en el valle del Najerilla, y en el pueblo de Viniegra de Abajo. Lo más sorprendente, además de que esté en un pueblo pequeño y de apenas 75 habitantes, es cómo surgió este negocio.
Según las informaciones del diario El Correo, este lugar de comidas surgió de un anterior negocio fallido. Prueba de que, algunas veces, hay que fracasar para tener éxito. Palabras que pueden, además de animar a quienes nos lean a visitar el restaurante y fiarse del crítico del New York Times, a volver a intentar algo que no ha dado aún frutos en su vida.
El menú del lugar es bastante sencillo. Se trata de una carta con cinco primeros platos y cinco segundos que tiene opciones como timbal de patata, puré de patatas con huevo frito, guiso de chorizo o frijoles rojos. Comida típica de la tierra con algunas licencias en cuanto a combinaciones, pero que podría degustarse en cualquier casa de la zona al fin y al cabo.
También tienen otros platos como el venado en salsa de champiñones, más innovador, manitas de cerdo, albóndigas y postres míticos españoles como las torrijas, tan típicas de Semana Santa.
Los restaurantes de la Rioja, amados por el crítico
Este no ha sido el único elogiado por el crítico del New York Times. Algunos de los negocios familiares en los que dan de comer y que también le han cautivado, son otros que están también en ubicaciones recónditas.
Se trata siempre de un tipo de lugares rústicos, pero en los que hay cocina casera de muy buena calidad. Y es que no todo es fusión y cocina de diseño. Hay algunas personas, como este crítico del New York Times a quienes sigue cautivando el ambiente hogareño y los buenos sabores hechos en un buen fuego y siguiendo las recetas de las abuelas. Son en total cinco los restaurantes que la elogiado este crítico por la zona. En todos ellos la comida es casera y más o menos del mismo corte y los vinos, asequibles de precio y de la zona.
