En el Espanyol se respira un aire distinto desde que se confirmó el cambio de propiedad. Lo curioso es que Alan Pace y Velocity todavía no han tomado decisiones de calado, ni han presentado oficialmente su plan para el club. Hasta el martes no está previsto que se expongan las líneas maestras del proyecto. Pero el simple hecho de que hayan aterrizado ya ha generado una ola de optimismo que no se veía desde hace años.

El hartazgo con Rastar explica parte del fenómeno
La explicación no es solo lo que trae Pace bajo el brazo, sino lo que se deja atrás. Nueve años largos con Rastar y Chen Yansheng han dejado un desgaste enorme: descensos, decisiones discutidas, falta de gestión deportiva y la sensación de que el club se apagaba poco a poco. Aunque Chen rescató al Espanyol en un momento crítico, su proyecto acabó naufragando. Y eso ha provocado que el simple relevo ya sea visto como un soplo de aire fresco.

La emoción como motor del cambio
El fútbol, al final, se alimenta de emociones, y el espanyolismo llevaba demasiado tiempo sin motivos para ilusionarse. La llegada de un grupo inversor que transmite conocimiento del fútbol y un propietario que se muestra cercano ha cambiado el estado de ánimo de la afición en cuestión de días. No hay todavía fichajes, reformas ni planes claros, pero sí un mensaje: el club vuelve a tener pulso.

El poder de las expectativas
Lo que ilusiona ahora mismo no son hechos, sino expectativas. Se percibe que, por primera vez en mucho tiempo, la propiedad puede saber de fútbol y dar al Espanyol un rumbo coherente. La multipropiedad genera dudas, es cierto, pero se valora más que los nuevos dueños hablen de gestión, de profesionalización y de futuro. Y eso ya es más de lo que ofrecía el ciclo anterior en su tramo final.
Un reto para canalizar el entusiasmo
La clave ahora será cómo el club gestiona esta ola de entusiasmo. El espanyolismo se ha ilusionado rápido, pero también puede frustrarse igual de pronto si no ve resultados. Pace ha sabido vender imagen de cercanía y respeto por la tradición, y eso conecta mucho con una afición que siempre ha reclamado sentirse escuchada. Toca comprobar si esas palabras se convierten en hechos.

Ilusión desatada, pero con deberes pendientes
Hoy por hoy, lo que explica el entusiasmo no es tanto lo que ha hecho Alan Pace, sino lo que representa su llegada: un punto y aparte después de un ciclo agotado. El desafío será que esa ilusión no se quede solo en marketing o gestos de cara a la galería. El martes empezará la verdadera prueba: poner sobre la mesa un plan que esté a la altura de lo que el espanyolismo sueña.
