Este sábado, el Espanyol se enfrenta a uno de los grandes desafíos de su temporada en la visita a Mendizorroza para jugar contra el Alavés. Tras haber logrado consolidar su papel de local, donde el conjunto perico ha logrado casi 92% de los puntos que lleva en su casillero, ahora el equipo de Manolo González debe dar el siguiente paso: romper su prolongada mala racha fuera de casa, donde la victoria se ha convertido en una auténtica utopía.

El Espanyol presenta unos números muy decepcionantes en cuanto a su rendimiento a domicilio. Para encontrar el último triunfo en competición regular hay que remontarse al 9 de junio de 2024, en la ida de la semifinal del playoff de ascenso, ante el Sporting de Gijón en El Molinón. Ese encuentro y el de su debut en La Romareda ante el Zaragoza son los únicos triunfos de fuera de un Manolo González con el Espanyol, que aún no ha podido celebrar desde el banquillo un triunfo en Primera.

Pese a destacar cómo ha sabido construir un equipo muy solvente en casa, el gallego necesita apagar las críticas por el poco rédito del conjunto blanquiazul a domicilio, dos puntos de 33 posibles fruto de sendos empates en el Metropolitano y el Sánchez-Pizjuán. El resto han sido derrotas, hasta 9, con sólo 6 goles a favor, mientras que ha encajado un alarmante total de 22 en contra, un terrible diferencial de -16. La fragilidad defensiva y la falta de efectividad ofensiva lejos del RCDE Stadium se han convertido en una losa difícil de levantar. Sin embargo, el equipo llega a esta cita en Mendizorroza con un impulso renovado tras sus buenos resultados en lo que llevamos de año, aunque fuera de casa sigue pesando el déficit de puntos.
El conjunto vasco se presenta a priori como un rival propicio para acabar con este maleficio: no ganan en casa desde noviembre, en que superaron 1-0 al Mallorca; desde entonces han perdido dos encuentros, y empatado tres. Los babazorros son el segundo peor local de la categoría con 12 puntos, fruto de tres victorias tres empates y seis derrotas, con 7 goles a favor y 19 en contra, un goal average negativo de -16, el peor de toda la Primera división.

La oportunidad es grande, pero también lo es la presión para el Espanyol. Una victoria en Vitoria no solo serviría para romper esta racha que se está eternizando de partidos sin ganar fuera de casa, sino que también podría dar un importante impulso clasificatorio, alejando a los blanquiazules de los puestos de descenso y acercándolos a la zona media de la tabla. El reto para el Espanyol es claro: la victoria es aparte del valor que tendría sumar tres puntos ante un rival directo cerrar heridas que han dejado secuelas durante toda la temporada, y que Manolo González se quite de encima una etiqueta molesta, la de ser incapaz de conducir al equipo al triunfo fuera de su feudo.
