Este sábado, en el coqueto estadio An der Alten Försterei, el Espanyol se mide al Union Berlín en el último bolo de su gira alemana. Pero más allá del marcador o del ritmo competitivo, hay un nombre que inevitablemente acapara parte del foco: Alex Král. El centrocampista checo se reencontrará con sus excompañeros apenas unas semanas después de cerrar una etapa que empezó con buena pinta… pero acabó diluyéndose totalmente.
Král fue uno de los fijos para Manolo González durante gran parte del curso pasado. Lo jugó prácticamente todo: 2.711 minutos repartidos en 37 partidos de Liga. Casi nada. Su despliegue físico, su presencia en la medular y su capacidad para abarcar campo lo convirtieron en un recurso valioso para un Espanyol que, en plena batalla por evitar el descenso, necesitaba piernas, pulmones y algún que otro corte salvador. Y Král cumplió. Hasta que dejó de hacerlo.
Su bajón de rendimiento en el tramo final de temporada fue tan evidente como decisivo para que el club optara por no ejecutar la opción de compra que se había pactado con el Union Berlín: unos tres millones de euros, según las cifras que se manejaban. De hecho, había un acuerdo entre clube sy no se plasó la operación por el desacuerdo con el futbolista respecto a su sueldo y las condiciones de pago. Pero el problema no fue solo el dinero, que también. Fue el contexto. El Espanyol necesitaba -y necesita- un centrocampista de perfil más dinámico, más potente en las transiciones. O como lo definió Fran Garagarza en mayo: “Buscamos un centrocampista con pata, un jugador físico, con ritmo, de transición”.
Ese perfil, aunque a veces lo pareciera, no era exactamente el de Král. Con balón, correcto, sin florituras. En lo defensivo, un pulpo, sí, pero no ese ‘box to box’ que rompa líneas, acelere jugadas o tenga llegada. Por eso, aunque el propio Král se definía como un “6” o un “8”, en Barcelona acabó quedando en tierra de nadie. Fue importante, sí. Pero no imprescindible. Y cuando hubo que decidir, se optó por no atarse a una inversión difícil de justificar.
Lo curioso del caso es que, a día de hoy, el Espanyol sigue buscando exactamente ese perfil. A falta de un mes para que cierre el mercado, la medular perica sigue coja. Pol Lozano y Edu Expósito son titulares, sí, pero no son complementarios. Se ha ido Gragera, que no contó, y Calero, reconvertido, tampoco es la solución. El club espera a Urko, que le quitó el sitio a Král en el sprint final, para ser el ancla que busca el cuerpo técnico, pero se está a expensas de lo que decida la Real Sociedad. Así que el hueco sigue ahí. Y Král, que pudo haberlo ocupado en propiedad, estará este sábado enfrente.
En su país, el checo valora positivamente su paso por Cornellà-El Prat: “El objetivo principal era permanecer en la liga. Lo logramos, así que valoro la temporada muy positivamente desde esa perspectiva”. Nada que reprocharle en lo personal: fue profesional, se implicó y dejó todo en el campo. Pero al Espanyol no le bastaba solo con eso. Necesita algo más. Alguien que rompa, que agite, que marque diferencias desde el eje del campo.
Y mientras en Berlín se habló a principio de verano que le buscan salida porque tampoco entraba en los planes de Steffen Baumgart, que tiene overbooking en la medular, Král, que está teniendo minutos esta pretemporada, vuelve a cruzarse con los que hasta hace nada eran sus compañeros. No es el reencuentro más romántico del mundo, pero sí uno de esos partidos que dejan cierto sabor a pasado que pudo ser… y no fue.
El sábado se juega un amistoso, pero en el fondo también se repasa una decisión. La de no seguir con Král. Y, viendo cómo avanza el verano, más de uno se preguntará si el checo fue un tren que se dejó escapar… o un tren que era mejor dejar pasar.