El Espanyol cedió su primer partido en casa ante el Betis y lo hizo de la forma más cruel: tras comenzar ganando con un golazo de Pol Lozano y tener ocasiones para sentenciar, acabó remontado y con un penalti fallado por Puado en el minuto 102. La derrota llega en mal momento, con cuatro jornadas sin ganar y solo dos puntos de los últimos doce.
El parón llega en un momento extraño: por un lado, el equipo genera fútbol, juega con personalidad y muestra una cara muy distinta a la de hace un año; por otro, los resultados no acompañan y eso siempre genera dudas, tanto dentro como fuera del vestuario.
Superior en fases del juego, pero sin eficacia
El Espanyol arrancó con ritmo, presionando arriba y obligando al Betis a replegarse. El gol de Pol Lozano, una volea perfecta desde la frontal, reflejaba esa superioridad inicial. Incluso pudo llegar el segundo antes del descanso en un par de jugadas claras, con Puado y Milla como protagonistas.
Pero el fútbol es cuestión de áreas. Al filo de la hora, el Cucho Hernández igualó con un cabezazo que pilló descolocada a la defensa. Y poco después, en un contraataque, Abde culminó la remontada. Dos llegadas, dos goles. Esa es la diferencia entre un equipo con más calidad en ataque y un Espanyol que necesita muchas más ocasiones para marcar.
Manolo González, autocrítico
Tras el partido, Manolo González fue claro en su lectura: “O cerramos la portería o tendremos un problema: no meteremos cuatro goles en cada partido”, dijo en referencia a la fragilidad en defensa. También señaló la precipitación de su equipo cuando tenía el partido bajo control: “El problema no ha sido el final, el problema fue cuando tuvimos el partido controlado y quisimos atacar en dos pases. Ahí es donde perdimos”.
Su análisis fue realista: el Espanyol está jugando bien, genera mucho, pero debe ser más sólido atrás y más fino en el remate.
Pol Lozano, el gran nombre propio
El gol de Pol Lozano fue lo mejor de la tarde. No solo por la estética del tanto, sino porque supone un paso adelante en su consolidación como pieza clave en el centro del campo. Tras 110 partidos oficiales, se estrenó como goleador con la camiseta del Espanyol. Además, volvió a dar equilibrio y salida limpia al equipo, confirmando que su sitio en el once es incuestionable.
Un capitán entre luces y sombras
Puado fue otro de los protagonistas. Incansable, muy participativo y generando peligro constante en la primera mitad, terminó el partido con el sabor amargo de fallar el penalti en el minuto 102. No es fácil asumir esa responsabilidad en un momento así y el capitán lo hizo, aunque el desenlace fuera cruel. En cualquier caso, su nivel de juego está siendo alto y es de los futbolistas que más tira del equipo.
La defensa, con altibajos
En la zaga, Cabrera volvió al once y cumplió sin errores forzando además el penalti, aunque con menos incidencia que Riedel en salida de balón. El central alemán se mostró seguro, pero el equipo volvió a fallar en las jugadas decisivas: un centro lateral y un contraataque acabaron decidiendo el partido. Ahí es donde Manolo pone el foco: hay que ser mucho más contundentes en las dos áreas.
Roberto, trabajo sin gol
El delantero andaluz volvió a dejarlo todo en el campo, peleando cada balón y generando ocasiones. Pero no es un atacante que garantice una cifra alta de goles al final de temporada. Su esfuerzo es incuestionable, pero al Espanyol le falta esa referencia goleadora que marque diferencias en partidos igualados como este.
El banquillo, menos influyente que otras veces
En otros encuentros, los cambios habían cambiado la dinámica. Ante el Betis no ocurrió. Koleosho mostró ganas y velocidad, pero sigue lejos de ser decisivo en los últimos metros. Urko aún está falto de confianza y ritmo, Terrats atraviesa un momento de bloqueo mental y Rubén Sánchez tampoco dejó demasiado. En partidos tan exigentes, se nota cuando las segundas unidades no marcan la diferencia.
Una grada entregada y un proyecto en marcha
La afición volvió a estar de diez, con más de 32.000 pericos empujando. Cornellà fue una fiesta pese al desenlace y la presencia de Alan Pace en el palco simbolizó el cambio institucional que está a punto de concretarse. Sobre el césped, el equipo transmite una identidad distinta, más valiente, más reconocible. Como dijo Manolo, se llega más y se encaja menos que hace un año, pero falta cerrar mejor los partidos.
Balance antes del parón
El Espanyol llega al parón con 10 puntos en 10 jornadas, en mitad de tabla. Con la victoria habría dormido en puestos europeos, pero la derrota deja un regusto amargo. La sensación es clara: el equipo progresa adecuadamente, juega mucho mejor que el curso pasado y engancha a la grada. Pero la falta de eficacia en las áreas puede convertirse en un lastre si no se corrige pronto.
Ahora vienen dos semanas de trabajo, tiempo para ajustar detalles y recuperar confianza. El próximo reto será en Oviedo, un escenario siempre complicado. El Espanyol se va al parón con dudas, pero también con la convicción de que este proyecto empieza a tener forma.