Lo que debía ser una cita internacional con cierto peso, acabó dejando una imagen desoladora: el RCDE Stadium prácticamente vacío durante el partido entre Andorra e Inglaterra de este sábado. Apenas 6.945 espectadores —la mayoría ingleses— acudieron al estadio del Espanyol para presenciar un duelo clasificatorio para el Mundial de 2026 que, en lo visual, pasó con más pena que gloria.
Medios ingleses y usuarios en redes sociales se hicieron eco del ambiente frío en Cornellà-El Prat. “Parece un partido Sub-21”, decía un aficionado en X (antes Twitter), mientras otro se preguntaba: “¿Por qué está tan vacío el estadio?”. Las comparaciones no tardaron en aparecer: solo tres días antes, el mismo estadio había acogido a más del doble de espectadores para un Inglaterra-España femenino, correspondiente a la UEFA Nations League, con un ambiente mucho más cálido y una grada notablemente más animada.
Y es que el contraste fue evidente. Con capacidad para 40.000 personas, el RCDE Stadium lució muy lejos del lleno. Las gradas, con el público muy disperso, chocaban con el nivel del rival —una selección como Inglaterra— y con el tipo de encuentro, un clasificatorio mundialista. Pero el contexto ayuda a entenderlo: Andorra era el equipo local en lo formal, y eso limitaba claramente el tirón en taquilla. La población total de Andorra no llega a los 80.000 habitantes.
El partido se jugó en Barcelona por obligación. El nuevo estadio de la Federación Andorrana en Encamp, que tendrá capacidad para 5.600 espectadores, no ha podido estrenarse aún, y el Estadi Nacional de Andorra no reunía las condiciones exigidas para esta fase de clasificación. Así, el RCDE Stadium acogió este “exilio” temporal… con un peaje evidente: una imagen pobre, que en Inglaterra ha causado estupor.
Desde el punto de vista del Espanyol, la cesión del estadio reportará al club 100.000 euros más un porcentaje de la recaudación, pero no deja de ser llamativo que uno de los mejores estadios de España —orgullo del sentimiento perico— sirva de escenario para partidos sin ambiente, sin afición local y que dejan la grada semivacía, alimentando comparaciones odiosas.
Ni el contexto ayudaba ni el cartel seducía. Pero en un momento en que el RCDE Stadium está más presente que nunca en el foco internacional, cuesta no pensar que este tipo de imágenes también dañan, al menos de forma indirecta, la imagen del Espanyol. Y no porque tenga culpa alguna, sino por cómo se proyecta una grada vacía al mundo. Una lección que invita a la reflexión de todos los actores implicados.


