¿Es el FC Barcelona el único equipo español que ha pagado dinero a un representante del estamento arbitral, para recibir trato de favor? Posiblemente, no. ¿Es el FC Barcelona el único equipo español al que han pillado con las manos en la masa? Si. ¿Hay pruebas fehacientes de que este dinero sirviera para amañar partidos? Por supuesto que no. ¿Qué debemos pensar ante las pruebas y confesiones obtenidas? Pues que nadie, ni RFEF, ni LaLiga, ni UEFA, ni los jueces, ni la opinión pública mundial pueden creer que el Barça pagase millones de euros al vicepresidente del colegio arbitral, José Maria Enriquez Negreira, sin obtener retorno de su “inversión”. Si Gaspart no hubiera obtenido beneficio deportivo pagando 145.000€ anuales, es impensable que su sucesor, Joan Laporta, hubiese multiplicado por cuatro los pagos a Dasnil, 95 SL (Empresa que fundó Enriquez Negreira al poco de llegar al CTA), superando el medio millón de euros anuales. Sandro Rosell y Bartomeu siguieron pagando hasta su retirada en 2018. El último pago del FC Barcelona a Dasnil 95 fue el 5 de junio de 2018, coincidiendo con el cese de Negreira como vicepresidente del CTA.
Para que haya corrupción debe haber una parte corruptora y otra corrompida. Enriquez Negreira fue árbitro profesional entre 1975 y 1992 y vicepresidente del CTA desde 1994 hasta 2018, cargo que le daba acceso a los informes que evaluaban a los colegiados. También era el encargado de comunicar los ascensos y descensos de categoría. Tenía poder e inmunidad. Lo sabía y no dudó en advertir a quien pudiese interferir en sus negocios. “’Oye, pollo, ¿tú qué te has creído? Como sigas haciendo estos comentarios, puede pasarte algo. Vete con mucho cuidado”, le dijo al árbitro Sergi Andreu durante su etapa como comentarista de TV3. Una vez retirado, pretendió seguir cobrando del Barça enviando burofaxes en los que amenazaba con desvelar “irregularidades” y exigía seguir cobrando “después de tantos años de relación, de tantos favores prestados, de tantas confidencias compartidas”. El abogado del Sr. Negreira, en burofax del 3 de diciembre del 2018, explica que “el FC Barcelona exige trabajar en exclusiva de tal forma y modo que no pueda prestar servicios a terceros” y que su trabajo se elaboraba de forma “estrecha con Presidencia hasta el punto de transgredir muchas veces las confidencias y favores de lo profesional a lo personal”. Recordemos la definición de “transgredir” es “Actuar en contra de una ley, norma o pacto”.
El Barçagate nos afecta a todos. Desde que Sique Rodríguez, periodista de SER Catalunya, destapó el escándalo, diferentes medios que anteponen la investigación y la ética periodística a la ceguera fanática del Més Que Un Club, han seguido investigando sobre el mayor escándalo probado de la historia del fútbol español. Para desgracia del periodismo serio, no debería sorprendernos la línea editorial de medios de comunicación que informan con bufanda azulgrana en los ojos para no ver la putrefacta realidad de su equipo, periodistas y tertulianos mediáticos especializados en tapar las vergüenzas culés, ni el silencio del departamento de deporte de la Generalitat, Diputación de Barcelona o Federación Catalana de Futbol, entre otros. El Barçagate afecta a los equipos profesionales españoles que han padecido distinto criterio arbitral (aunque sólo fuese en caso de duda), a la credibilidad de un fútbol español que está en boca de todos por sus constantes líos, a los aficionados que hemos sido estafados pagando por ver una competición adulterada, y a los mismos aficionados del FCB que no aceptan las trampas en el deporte, que digo yo que los hay.
Lo sospechábamos. Decíamos con razón que los árbitros siempre favorecen a los dos grandes (Madrid y Barcelona), pero ahora tenemos pruebas. El silencio cómplice del Real Madrid, único equipo que no firmó el comunicado conjunto de repulsa, nos hace pensar que la única diferencia entre estos dos clubes es que mientras unos se han quedado sin dinero para seguir haciendo trampas, los otros han sido más cuidadosos y saben que el corrupto considera un derecho adquirido seguir cobrando del corruptor.
Casi 20 años de pagos millonarios demostrados con facturas, que misteriosamente no aparecen en la contabilidad oficial del Club, ni fueron detectados por las diferentes auditorias, ni denunciados por los medios que lo saben todo del Barça. La única posibilidad que tiene el FCB de no salir sancionado, es hacer que este escándalo caiga en el olvido, como hacen con todo lo que les salpica (alineación indebida de Lewandowski en el pasado derbi o periodistas a sueldo, por citar solo dos casos recientes). Afortunadamente soy perico y escribo en La Grada, lo que me convierte en defensor del juego limpio deportivo y voz libre para expresar sin condicionantes lo que siento. Aquí no vamos a callar y exigimos llegar hasta el final de esta nueva vergüenza llamada Barçagate.
Ahora todo está en manos de Álvaro García Ortiz, el fiscal general del Estado, que será quien decida sobre la investigación de este caso. El buen nombre del deporte español está en entredicho y, ahora, solo se trata de hacer justicia.
