Hay futbolistas que parecen condenados a que determinados partidos marquen su carrera. Y Carlos Romero, lateral izquierdo del Espanyol, difícilmente podrá borrar de su memoria sus dos últimos encuentros frente al Real Madrid. En el primero, en Cornellà-El Prat, se vistió de héroe marcando el gol del triunfo, pero terminó siendo señalado con una campaña de hate absolutamente desmedida. En el segundo, en el Bernabéu, acabó como víctima, con la cabeza ensangrentada tras un brutal impacto con los tacos de Franco Mastantuono.
De héroe a señalado
Aquel partido del pasado 1 de febrero fue el inicio de todo. Romero cometió una entrada sobre Mbappé que para buena parte del madridismo merecía la roja directa. Apenas unos minutos después, él mismo marcaba el 1-0 que acabaría dando los tres puntos al Espanyol.
La tormenta se desató al día siguiente, con comunicados oficiales, neverazos arbitrales y, lo peor, una oleada de amenazas en redes sociales. “Todo lo que leímos antes de quitar los comentarios era increíble”, confesó el propio jugador semanas más tarde. “Que se me acuse de ir a hacer daño o lesionar e intentar acabar con la carrera de alguien son palabras mayores. Ningún jugador tendría esa intención, fue un lance fortuito”. Tanto él como su pareja decidieron entonces desconectar y protegerse del ruido.
Esta vez, la víctima
El destino quiso que meses después, en el Bernabéu, Romero volviera a estar en el centro de la diana, pero desde el otro lado. El partido avanzaba hacia el tramo final cuando Arda Güler filtró un balón al área. Romero se lanzó a despejarlo de cabeza y en ese mismo instante llegó Mastantuono, con la pierna demasiado alta. El resultado fue una imagen impactante: la cara de Romero bañada en sangre, teniendo que ser atendido en la banda.
El árbitro, Martínez Munuera, mostró amarilla tras varios segundos de dudas y después de que el VAR le advirtiera. En el acta quedó reflejado como una acción “temeraria”, pero para muchos en el entorno perico la comparación fue inevitable: en la primera jornada, Vedat Muriqi fue expulsado con roja directa por una acción muy similar sobre Joan García, por aquel entonces portero del Espanyol y ahora en el Barça.
La cara y la cruz de un mismo duelo
El fútbol tiene estas ironías. En un partido contra el Madrid, Romero pasó de ser el autor del gol del triunfo a convertirse de una manera injustificable en villano mediático. En el siguiente, frente al mismo rival, acabó convertido en víctima de una acción peligrosa que se saldó con una simple amarilla. Dos capítulos distintos, pero unidos por el mismo rival y por la certeza de que Carlos Romero difícilmente olvidará lo que le ha tocado vivir contra el conjunto blanco.


