Este sábado, Balaídos será algo más que un estadio: será una olla a presión donde se cruzan dos equipos que llegan con la autoestima por las nubes. Por un lado, el Celta, que va lanzado a por Europa tras encadenar ocho partidos sin perder. Por el otro, el Espanyol, que se ha quitado de encima los complejos con un golpe de autoridad en Vallecas. Un 0-4 como una casa que no solo aleja el descenso, sino que también manda un aviso: este equipo ya no se conforma con sobrevivir. Ambos llegan con motivos para sonreír, pero también con muchas cosas en juego. Porque mientras los gallegos sueñan con Europa, los pericos siguen picando piedra para amarrar la salvación. Y con una racha como la que llevan, ¿quién dice que no se puede?
El Celta, de menos a más y con hambre de Europa
Lo del Celta es de manual de cómo levantarse después de tropezar. El pasado fin de semana en Mallorca parecía que iban a firmar un partido para el olvido, pero salieron del vestuario transformados. Le dieron la vuelta al marcador, se llevaron los tres puntos y lo más importante: se ganaron el derecho a creer en grande. “Lo de la segunda parte fue para enmarcar”, dicen por Vigo, y no les falta razón. Alfon tiró del carro y Fer López impuso su ley en el medio, en una versión del Celta que empieza a dar miedo… del bueno.
Ocho partidos seguidos sin perder son palabras mayores, y en Balaídos el ambiente está creciendo partido a partido. El discurso ha cambiado. De hablar de la permanencia a ilusionarse con Europa. Y con razón. El equipo está enchufado, compite como un bloque y empieza a sacar pecho en los momentos complicados. Ante el Espanyol, van a salir con el cuchillo entre los dientes porque saben que cada punto vale oro para subirse al tren europeo.
Giráldez, en la previa del encuentro, apuntaba que “son tres puntos contra un rival que nos ganó 3-1, que viene de ganar 0-4 al Rayo. Venimos de una jornada en que ningún equipo ha ganado en su campo, dato espectacular y extraño que habla de la dificultad de ganar en Primera cualquier partido”, al tiempo que vaticinaba que los planes de los dos equipos no variarán mucho en comparación con el encuentro de la primera vuelta en Cornellà-El Prat: “Nos hicieron daño en el balón parado, en el juego directo, tuvimos poca profundidad y un ritmo de circulación bajo. Ellos hicieron un partido defensivo muy bueno. Ambos podemos estar cómodos con nuestros planes. Tienen capacidad para quitarnos la pelota, tienen mucha fortaleza en la transición y un balón parado poderoso. Tendrá que ver con cómo ataquemos y cómo nos ajustemos. Espero que el partido y el resultado sean mejores esta vez”. El gallego sostiene que pueden ganar a cualquiera de los equipos que quedan en su calendario,pero también perder contra cualquiera: “Sé que tenemos posibilidades de hacerlo cada fin de semana. Nos enfrentamos cada fin de semana con la determinación de ganar y sabiendo que tenemos argumentos para ganar a cualquiera. El Espanyol nos ganó 3-1 y con el Barça empatamos 2-2, depende de cómo lo queramos ver. Hasta que empiece, no sabemos si va a ser sencillo o difícil, si lo vamos a conseguir o no”.
Un Espanyol con alma y orgullo, dispuesto a todo
Lo del viernes pasado en Vallecas no fue solo una victoria: fue una declaración de intenciones. El Espanyol devoró literalmente al Rayo¡, firmó un 0-4 que nadie se esperaba y que sirve para decir bien alto que este equipo está muy vivo. Que ya no es aquel que sufría cada fin de semana, que ahora compite, gana y hasta golea fuera de casa. Algo que no pasaba desde 2016. Y lo mejor de todo es que ya no parece un espejismo, sino una tendencia.
Manolo González ha cambiado la cara del equipo desde que empezó 2025. “Este Espanyol tiene alma”, se escucha entre la afición. Y es verdad. Se nota en cómo corren, cómo pelean y cómo celebran cada gol. La segunda vuelta está siendo de escándalo: mismos puntos que en toda la primera mitad del campeonato, el doble de solidez, el doble de confianza. Y eso que todavía quedan nueve jornadas.
Pero nadie en el vestuario se fía. Porque aunque la dinámica es buena, el objetivo aún no está cerrado. La permanencia no se regala, hay que ganársela jornada a jornada. Y Balaídos no será precisamente un paseo. Eso sí, si hay un momento para soñar, es este. Con los futbolistas marcando y contagiando garra, y un equipo que por fin se siente eso, un equipo… ¿por qué no?
Manolo González, en la previa ante los medios, recordaba que “durante la segunda vuelta hemos demostrado que creemos y que estamos mejor. Este partido no tendrá nada que ver con el anterior, el rival será diferente y buscaremos otras cosas. Trataremos de minimizar al Celta, que juega muy bien al fútbol. Queremos tener el balón el mayor tiempo posible y ser lo más ofensivos que podamos”. La idea es trasladar el nivel mostrado en Vallecas a Balaídos: “El equipo va con esa mentalidad. Queremos ganar y hacer un gran partido en el campo del Celta. Las situaciones del partido pueden influir, pero llegamos bien, convencidos del momento en el que estamos. Vamos a salir a muerte y a buscar tres puntos más”. Una de las incógnitas es si repetirá plan de partido y once ante los gallegos: “Ya hace tiempo que no cambiamos jugadores, sino cosas dentro del juego. Vamos a intentar cambiar algo teniendo en cuenta al rival, aunque desde fuera cueste verlo. A nivel defensivo, por el tipo de rival, hay cosas que nos condicionan. Los jugadores lo han entendido bien y esperamos que sea un buen partido para nosotros”. Y remataba: “La posesión será clave. Defender bien y atacar con criterio será fundamental. Además de mantener la portería a cero, necesitamos muchas llegadas para condicionar al rival”.
¿Dónde ver en directo por TV el Celta de Vigo – RCD Espanyol?
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