La humillante goleada sufrida por el Espanyol en Montilivi ante el Girona ha desatado una crisis que se venía gestando en las entrañas de la entidad. La afición blanquiazul, que hasta ahora había mantenido un a veces incomprensible silencio, asiste ahora con desconcierto y sobre todo indignación a una situación que parece no tener remedio a corto plazo. El equipo, que ha caído hasta la penúltima posición en la clasificación, vive una crisis profunda, tanto en el campo como en los despachos. Estas son las cinco claves que explican la magnitud de la tormenta que sacude en estos momentos los mismos cimientos del RCD Espanyol.
El equipo no levanta cabeza
El Espanyol atraviesa un momento de debilidad extrema en el ámbito deportivo. La derrota por 4-1 en Girona es sólo el último de una serie de tropiezos que han dejado al equipo instalado en zona de descenso. Con una única victoria en los últimos ocho partidos en la competición regular, los números no mienten: el equipo no gana desde el 5 de octubre, cuando derrotó al Mallorca en casa. Desde entonces, se han sumado cuatro derrotas consecutivas y se ha ofrecido una imagen cada vez más desoladora. El Espanyol no solo pierde, sino que se muestra incapaz de competir en el plano defensivo y ofensivo: ha encajado 21 goles y solo ha anotado siete, cifras que reflejan el caos táctico y sobre todo, la lacerante falta de calidad en el plantel.
El calendario hasta final de año en teoría parecía relativamente asequible, y es de hecho la última oportunidad para revertir la situación antes de que los rivales pasen a ser mucho más complicados y ofrezcan menos esperanzas de sumar puntos. Los cinco partidos que quedan antes de la pausa navideña podrían decidir no solamente el futuro del entrenador sino el destino del mismo equipo, y la afición asiste temerosa a que este desplome continúe sin freno.
Manolo González, cada vez más cuestionado
Manolo González se enfrenta ahora a la mayor crisis en su etapa al frente del Espanyol. Pese a haberse ganado la estima de la afición al ser el gran responsable del retorno a Primera, la derrota en Girona ha desatado el debate público sobre su continuidad. En la rueda de prensa posterior al 4-1, el técnico reconoció que su futuro no le preocupaba, pero en el club ya se barajan alternativas, con nombres como el de Sergio González, ex entrenador además del mismo Espanyol de Valladolid y Cádiz, como posibles sustitutos.
El banquillo del Espanyol es una trituradora de profesionales, y Manolo sabe que, si el equipo no reacciona pronto, podría convertirse en el sexto entrenador cesado en los últimos tres años y medio. La posibilidad de una destitución prematura es real, pero la pregunta clave no es otra sino ésta: ¿puede seguir un técnico sin la estabilidad mínima para trabajar en condiciones?
Críticas constantes a la propiedad
La crisis a todos los niveles ha alcanzado también Chen Yansheng, que asiste al drama desde la distancia. Los aficionados blanquiazules, ciertamente desbordados por la falta de resultados y el aparente desinterés de los responsables de la entidad, exigen explicaciones al máximo accionista y a su hombre en Barcelona, Mao Ye, que sigue sin dar señales de vida tras una crisis tan profunda.
Chen Yansheng no ha sido capaz de articular en estos ocho años un proyecto mínimamente sólido, y las decisiones erráticas han llevado al Espanyol a una situación económica y deportiva ciertamente insostenible. El desfile de directores deportivos, así como la venta de jugadores clave sin traer los necesarios recambios han dejado al club con una plantilla debilitada y con escasos recursos para competir al más alto nivel.
La descapitalización de la plantilla
Éste es precisamente uno de los grandes problemas del Espanyol, la venta de sus mejores jugadores en los últimos años. Este verano, el club permitió la marcha de Braithwaite, y el año pasado perdieron a figuras clave como Sergi Darder y César Montes. Las ventas fueron rentables desde el punto de vista económico, pero la planificación deportiva no ha sido la adecuada. Sin destinar ni un euro a ir al mercado los recambios no han dado la talla, lo que ha dejado al Espanyol sin recursos suficientes para afrontar los desafíos de la Primera división.
Las decisiones tomadas por la propiedad y la dirección deportiva se han demostrado erróneas e ineficaces, lo que ha provocado un clima de total desconfianza entre la afición perica, que ahora se pregunta si el proyecto tiene realmente algún futuro. La salida de jugadores y la falta de fichajes en los últimos mercados han dejado al equipo en una situación ciertamente insostenible.
El futuro económico del club en la cuerda floja
El Espanyol está atravesando no solo una crisis deportiva, sino también económica, lo que significa el derrumbe del único éxito que se podía atribuir Rastar hasta hace poco tiempo. El club cerrará la temporada con unas pérdidas de casi 17 millones de euros, el doble de lo que había previsto en su presupuesto: es el cuarto año consecutivo en el que el club presenta números rojos, lo que pone en peligro su estabilidad financiera.
Las pérdidas económicas, sumadas a los constantes problemas deportivos e institucionales, están acabando con la paciencia y la moral de los aficionados pericos. La propiedad, que ya ha demostrado no estar para nada comprometida con el proyecto deportivo, podría tener dificultades para asegurar el futuro económico del club si la situación no cambia radicalmente.
En resumen, el Espanyol vive una de sus crisis más profundas en años, con problemas deportivos, institucionales y económicos que han llevado a que la plantilla, el entrenador, la propiedad y la estructura deportiva estén bajo sospecha. El futuro del club, al menos a corto plazo, está en juego, y lo que pase en los próximos partidos será determinante para evitar una temporada de sufrimiento prolongado.
