La contracrónica del Celta – Espanyol, por Juan José Caseiro:
De parar un “Rayo” a fumarse un “Celta”
Buscando en el pasado, descubro que el pueblo celta tenía la tradición de reunirse ante un buen asado y presumir de hazañas. Quien mostrara mayor bravuconería era el escogido para trinchar al animal que iban a comerse. Y algo de esto hubo en la previa de un duelo en el que no contaron con el emperador Roberto, que hizo de Julio César y puso fin a la racha celeste y prolongaba la nuestra.
El desafío de continuar con el cero en el marcador empezó en una espectacular y estética parada de Joan y siguió con la voracidad de Omar borrando al buen Alfon. La segunda vuelta de la indivisible pareja Kumbulla-Cabrera, anuló a Aspas, el ‘Celta con más boquilla’ y los dibujos animados corrieron a cargo de Romero, con ‘fantasías animadas de ayer y hoy’ en forma de taconazo.
El menos vistoso en un buen día, fue esta vez Urko, donde Pol sobresalía hasta que le llegó la clásica amarilla que empieza a identificarle. Expósito, de notable, dio respuesta al debate que hubo entre semana.
Antoniu es en cada partido de primera mejor futbolista de lo que vimos en segunda, la asistencia de Puado valía el precio de la entrada y la fe de Roberto sumó en su cuenta el cuarto y el quinto, que ya saben que nunca es malo.
A la sesión de tarde llegó un Král parecido al del inicio del curso y la constancia de Jofre, que ya advierte la competencia del puesto. Milla, Calero y Cheddira fueron los elegidos para completar el plan de una victoria, merecida, necesaria y ansiada.
El gran ‘debe’ estaba siendo jugar fuera de casa y ha llegado el cambio cuando más se necesitaba, en el mes de abril, aquel que le robaron a Sabina y que en nuestro caso nos ha servido para parar un ‘Rayo’ y fumarnos un ‘Celta’. Paso de gigante, que podría ser definitivo el próximo viernes, día santo. Crean o no, salgamos en procesión al templo y encomendemos a nuestros jugadores. Hemos sido devotos del sufrimiento y ha llegado el momento de finalizarlo.
Juan José Caseiro
