La contracrónica del Espanyol – Atlético, por Juan José Caseiro.
Punto y penal
Un trabajo para la asignatura de filosofía en mi época de BUP me descubrió a William James, uno de esos personajes cuyas frases se inmortalizan. Decía que “si estás lo suficientemente preocupado por un resultado, posiblemente harás algo por solucionarlo”. Y como la intranquilidad la llevamos de la mano desde julio, seguimos explorando las vías que nos acerquen a la permanencia.
A Joan le queda el consuelo de que el gol era imparable, Omar, que convive con la suspensión por amarillas, fue elemento común en el buen hacer defensivo, donde la clara falta a Kumbulla se pasó por alto. Cabrera sorteó la tarde sin sustos destacables y Romero invirtió los papeles haciendo que fuese Giuliano quien se preocupase de su marca.
Amarga vuelta de Pol que obligó a cambio de sistema, se transformó Urko en el segundo tiempo en la mejor versión de sí mismo y una vez roto el precinto del intocable Král, su sustitución ya no nos pareció una herejía.
Esta vez Jofre se dedicó al desgaste de su par, donde Puado puso el caviar con un penalti a la escuadra y Roberto, boina verde, soporta como puede el síndrome de abstinencia del delantero que no hace gol.
Destaca que el ‘equipo-tipo’ no se rompió en las permutas y Veliz trabajó intensamente, Roca y Expósito lavaron la cara del ataque por convencimiento de uno y buen pie del otro. También Milla que se dejó de paripés, o Calero, metido en maniobras de centrocampista, por delante de un Aguado sin tiempo para bien o para mal.
Cerraré con James, del que les hablé al principio; decía que usaba el pragmatismo para resolver discusiones interminables. Tiraremos de ello para reafirmar la bondad de un punto en un empate de justicia. No se mereció más y tampoco menos. Por ambas partes. Capítulo cerrado. Punto final. O mejor dicho: punto y penal.
Juan José Caseiro
