Un partido como el de anoche en Cornellà no se entiende solo con el resultado. El 3-2 al Mallorca tuvo de todo: goles, polémica, expulsiones, épica con uno menos y hasta esa sensación de montaña rusa que solo el Espanyol sabe regalar a su gente. Lo que pasó sobre el césped ya lo contamos en la crónica, pero quedaba pendiente darle una vuelta, mirarlo con otro prisma, con esa mezcla de ironía y pasión que siempre nos trae la pluma de Juan José Caseiro.
Su contracrónica, bajo el título Los lunes al calderó, es un retrato casi cinematográfico de lo que significa ser perico después de noches como esta. Desde la figura de un Dmitrovic salvador hasta el descaro de Dolan, pasando por el escenario de locura que montó Hernández Hernández y la roja a Pere Milla que cambió el guion, Caseiro dibuja un relato lleno de detalles y frases de un partido de esos que dejan huella. En el Bernabéu espera el siguiente capítulo, pero antes de mirar a Madrid, vale la pena detenerse aquí, en este calderó que Caseiro nos sirve bien caliente.
Los lunes al ‘calderó’
Con los ojos cerrados mirando al sol, interpretaban Bardem y Luis Tosar el papel de hombres desempleados, ociosos, que ocupaban las horas muertas mientras imaginaban como salir de su frustración. Si fuese hoy, se les podría proponer que, llegada la noche, se acercaran a Cornellá y sentados en la grada interpretarán ‘Los lunes al calderó’, la película que relataría todos los estados posibles del aficionado perico.
Del atinadísimo Dmitrovic nace buena parte de los tres puntos; es de cajón que Omar arriesgó demasiado en el uso de las manos para defenderse. Cabrera reinaba en el frenopático que Hernández Hernández montó porque sí, y Calero, demasiadas veces al margen de la gloria, caminó sobre las aguas cuando más apretaban. Ahí también apareció Romero, del que ya se me acaban los adjetivos para valorar su estado de gracia.
Las manos no van ni al pan ni a los hombros del delantero, Pol. Volvió Urko al escaparate donde más brilla y lo sabe.
Decia un conocido delantero que ‘en el primer palo está el dinero’ y ahí llegó Milla que, diciendo una verdad al colegiado, convirtió el partido en un manicomio. Puado maquilló con su trabajo el jugar con 10. Dolan pasó por taquilla a cualquiera de los que intentaba defenderle y Roberto personificó el hambre que explicaba Manolo en la previa.
Con uno menos, todo lo que entró en el loquero, ayudó; Pickel pidiendo plaza, Kike para meter el penalti de los nervios, Rubén que liquidaba cualquier incursión, Rubio que de lo que pasa en el en el aeroespacio sabe un rato y Terrats.
Si algunos envían informes a la FIFA por los arbitrajes, no se me ocurre a donde debería el Espanyol enviar un expediente a sus agravios. Aparcaremos el debate, hasta el sábado. El presente y la clasificación dicen que, en el Bernabéu, un osado Espanyol podría asaltar el liderato. Tela. Tela, tela …
Jun José Caseiro
