La contracrónica del Espanyol – Sevilla, de la mano de Juan José Caseiro:
Muertos
Desde fuera, uno imagina el proceso que se puede llevar a cabo en las interioridades de un tanatorio: llegada del cuerpo a la morgue, preparación del difunto, maquillaje y vestido, presentación para el velatorio y funeral. Si algo no cambia, en Cornellá-Prat, estamos calcando el ritual.
Aquello que nos estaba salvando de acabar en la caja, empieza a agotarse: a Joan no le salen los milagros, la salida de balón de Cabrera o Kumbulla es Telma y Louise camino al precipicio y ni Omar, ni Brian, hicieron un servicio auxiliar que nos librara de dos goles en dos chutes.
La primera palada de la fosa fue la escasez de medios: Pol o Král hacían pompas, esta vez, claramente fúnebres. Sólo por la cantidad de centros, Tejero se salva de la incineración.
Un cuarto de liga después, Jofre y Puado, que debería ser el 9, al menos intentan no quedarse con contrato indefinido en la funeraria.
A estas alturas, ojalá entre Cheddira, Veliz, Cardona o Milla se pudiese hacer un ‘mister Potato’ y juntando piezas, sacar un goleador. Roca, al menos, tuvo el honor de la amarilla por intenso y Romero siempre paga con suplencia el mal día de todo el grupo. Entrenador incluido.
No hay más y nos viene Montjuic, donde cada semana, alguno de los suyos saca a relucir la miseria humana que les inunda. Marius Carol, acompañado de los que no le hicieron rectificar, vomitó desde su alma podrida la bazofia que vive en él. Le recomiendo el documental de Luis Enrique, que nos ha estremecido sabiendo explicar lo bonito que es recordar a los que faltan. Y en esto no hay camisetas, hay sentimientos, precisamente lo poco que nos queda para creer y afrontar lo que viene.
Juan José Caseiro
