El 2-0 del Real Madrid al Espanyol en Chamartín deja mucho que comentar. No tanto por lo que se hizo mal, sino porque la sensación general fue esa que resume Juan José Caseiro en su contracrónica. Una reflexión que, en clave perica, sirve para aterrizar tras la primera derrota de la temporada y para mantener claro que esto no es un drama, sino un tropiezo contra el líder. Caseiro pasa revista a lo ocurrido en el Bernabéu con su estilo habitual, entre la ironía y la cercanía, destacando detalles que se escapan de la fría estadística: el buen marcaje de Omar a Vinicius, la sobriedad de Calero y Cabrera, el esfuerzo de Pol Lozano o la falta de chispa en ataque con Puado y Dolan. Un repaso que pone voz a lo que muchos pericos vieron y sintieron frente al televisor o desde la grada. Más allá de esto, el mensaje es claro: el Espanyol debe pasar página. El Bernabéu se queda como un punto y seguido, sin dramatismos ni euforias.
Sin hacerlo mal, no salió bien
Estaba siendo todo un poco la leyenda de Guillermo Tell: con un disparo acertar sobre la manzana puesta en la cabeza. Y en caso de fallo, lanzar la segunda para matar al gobernador, en este caso el de la liga, el puesto al que optábamos en caso de haber ganado en Madrid.
Pensaremos que, igual que se esforzó en sacar el primero, Dmitrovic debió intentarlo en el segundo; no brilló Vinicius gracias a Omar, rebautizado durante la retransmisión, podrán presumir Calero y Cabrera que los blancos no podían entrar por el centro y sin equivocarse en nada, Romero no incluye la tarde en su lista de partidazos.
Del trabajo en el medio, Pol puso los pases más acertados y a Urko le andaba revoltoso el balón en los pies. La fundamental vuelta de Expósito quedó reducida a los servicios a balón parado.
El desvanecimiento en ataque empezó con un Puado sin desborde y Dolan bajo vigilancia intensiva. Le tocaba a Roberto improvisar algo de peligro, pero tocó techo con los centrales madridistas.
Los cambios con 2-0 se entendieron como un ejercicio para guardar fuerzas venideras: Pickel puso piernas, Jofre y Antoniu disfrutaron de minutos porque todos serán importantes hoy o mañana. Kike no recibió balones y Koleosho tuvo la misma suerte e imagen que Dolan, pero con el pelo suelto.
La cosa quedó en la primera derrota y bajó el prisma de la división de opiniones sobre si se pudo hacer más o no. Fue un poco el cartel de Mariscal, entre abstracto y orgulloso, entre identificativo y debatible. Que quede el Bernabéu como un punto y seguido, porque sin hacer las cosas mal, no salieron bien.
Juan José Caseiro
