Hay partidos que no se entienden solo mirando el marcador, y lo de Anoeta es uno de esos ejemplos de manual. El Espanyol se fue con un empate que sabe a poco porque tuvo la victoria en la mano, pero también con la sensación de haber vuelto a competir de tú a tú contra un rival de los importantes. Y es en esos encuentros, en los que la emoción pasa del subidón al sofoco en cuestión de minutos, donde la mirada de Juan José Caseiro resulta imprescindible.
Su contracrónica de este Real Sociedad – Espanyol es un viaje en el que se mezclan fútbol, literatura y hasta filosofía. Porque lo que pasó en Anoeta bien puede resumirse en esa frase de Shakespeare que Caseiro recupera para abrir fuego: “ser o no ser, esa es la cuestión”. Lo mismo sirve para describir la duda eterna de si los pericos ganaron un punto… o perdieron dos.
Así que pasen y lean: “Contra y golpe”, la mirada particular de Juan José Caseiro sobre un empate que dejó a todos con sentimientos encontrados.
Contra y golpe
De Hamlet, la obra de William Shakespeare nos queda para siempre la frase inicial, ese ‘ser o no ser, esa es la cuestión’. Es el dilema eterno, el del todo o nada. ¿Es ‘jugar bonito’ como la Real o ‘jugar divertido’ como el Espanyol? ¿Es haber ganado un punto o perdido dos?
A los 10” paró Dmitrovic una tan importante como la última de Brais; si a resbalón le acompaña el adjetivo inoportuno, acabar en gol es el que tuvo Omar. Sale Rubio en los dos goles y es el aviso que tantas veces le dimos a otros. Cabrera hizo la mejor acción cuando más se necesitaba, en el 90’. Romero, esta vez, empleó todo su tiempo en no descarrilar ante Kubo.
Pol acumula buenos precedentes cuando más suena el viento de la llegada de competencia y ya no se cuestiona que Expósito, lee cada vez mejor los detalles que necesita el partido.
En el mundo paralelo de Milla, se trajo al real un golazo en plancha para el 0-1. Una docena más de regates de Dolan y pidamos hora al banco para financiar el fichaje. Puado bordeó la gloria, que le había dejado Roberto en bandeja forzando un indiscutible penalti, pero en la última acción decidió equivocadamente.
Solo hubo un ‘Quintero bueno’: Jesús, al que llamábamos ‘el perro verde’, el malo, nos retrasó un minuto los cambios que llevaron al empate: una versión de Terrats más ajustada a la realidad y Kike para bajar los balones kamikaze que caían del cielo. Calero y Salinas, por delante de su hábitat posicional y Roca fue esta vez el relevo para ganarle al reloj lo que ya no nos quedaba en las piernas.
Del excelente juego en la primera parte al apuro de la segunda. De la tranquilidad a los nervios. De la concentración a los desajustes. ¿Es mejor dominar los partidos o jugar al fallo del adversario? Cuesta encontrar la conclusión de un resultado que se iba a ganar a la contra y que de golpe acabó en empate. Cuatro puntos ante rivales tremendos. A ver si era verdad lo de Maquiavelo, eso de que ‘el fin, justifica los medios’.
Juan José Caseiro
