Cuántos grupos de amigos se han conocido en las gradas de Sarrià, Montjuic o el RCDE Stadium gracias a su sentimiento común de amor por unos colores. Una amistad surgida en las gradas y trasladada a todos los aspectos de la vida con un mismo nexo de unión: el Espanyol. Pues ahora imagínense eso, pero en el vestuario. Tres o cuatro jugadores que por encima de eso son amigos y pericos, muy pericos, que defienden cada fin de semana los colores de su equipo. Futbolistas que gracias a su amistad forjada en años se entienden a las mil maravillas, siendo el gran beneficiado de ello el escudo que llevan en el pecho.
Ahora dejen de imaginar, porque es algo real. Carles Soria (1996), Iago Indias (1996) y Marc Manchón (1997) han sido los protagonistas durante muchas campañas de esta bonita historia. Los tres, que en su día fueron cuatro con el actual jugador del primer equipo Lluís López (1997), fueron clave en los éxitos del fútbol base perico en los últimos cursos. Cada uno en su categoría, ya que la diferencia de un año hacia que no coincidieran en muchas campañas. Pero donde sí lo hicieron, ya de manera definitiva, fue en el filial, ese equipo con el que como capitanes vivieron un descenso, un ascenso -Soria estaba de ‘Erasmus’ en Chipre esa temporada- y se quedaron a un solo punto de disputar el play-off.
El mismo impedimento que les privó de coincidir en campañas anteriores, la edad, ha sido lo que los ha separado; solo Lluís sigue en la entidad, en las filas del primer equipo. Soria e Indias superan con creces los 23 años, límite para un filial que se nutre de juventud, y Manchón los cumple el próximo mes de noviembre. Ello ha llevado al club a rescindir el contrato de los tres últimos; cada adiós ha sido una punzada en el corazón de los pericos. Porque la historia de cuatro de los futbolistas más queridos de la cantera es la nuestra, la del aficionado que crea su círculo en torno al Espanyol, con la diferencia que ellos lo han hecho dentro del club.
Todos los que han salido han encontrado su camino. Soria firmó por el Estoril luso, Indias por el Castellón y Manchón lo ha hecho por el Llagostera. Volarán solos, crecerán lejos de casa y de su zona de confort, pero hay algo que siempre los unirá: una amistad ejemplar y un sentimiento, el espanyolista, que nunca dejarán de tener.
Separación dolorosa
El único que continúa en el club, Lluís López, fue el primero en llegar. Lo hizo como benjamín en el curso 2005-06 y, cuatro campañas después, llegó Carles Soria para reforzar al Infantil A. La siguiente temporada fue el turno de Iago Indias, que se incorporó al Cadete B, y una después aterrizó en el Infantil A Marc Manchón. Todos ellos han ido coincidiendo a lo largo de los años, pero “no es hasta Juvenil A que lo hacemos todos”, explica Manchón. Pero la relación entre los cuatro no se afianza “hasta el año que descendemos a Tercera” con el filial. Y a partir de ahí, uña y carne. “Hacemos piña y tenemos una gran relación, un grupo de Watshapp los cuatro, salimos a cenar juntos, con nuestras parejas…”. Iago Indias incide en esta afirmación y se emociona al hablar de sus amigos. “Cuando pienso en ellos tengo emociones encontradas. Ha sido mucho tiempo juntos y las hemos vivido de todos los colores. Hemos creado un vínculo para toda la vida por medio de un sentimiento que nos une, el espanyolismo”, dijo el central gallego. “Cuando representas a un club y lo sientes, creas una amistad que va más allá del fútbol, y eso es lo que nos ha pasado a nosotros”, recalcó el zaguero, que también quiso acordarse de otro compañero que deja en el Espanyol: Marc Roca. “Es otro gran amigo que me llevo para siempre”.
El único que sigue su carrera lejos de nuestras fronteras es Carles Soria. “Es extraño estar sin ellos después de tantos años. Cuando formas un grupo tan cohesionado lo que vives es diferente”. Todos ellos coinciden en lo mismo: su amistad tiene mucho que ver con los buenos años del filial. “Ha sido clave. Esta unión tan fuerte que teníamos el núcleo duro del vestuario se traslado al resto del equipo y se formó un grupo sano que hizo historia”, recalcó un Manchón que, como los demás, va a echar mucho de menos a sus colegas. Será extraño no verlos juntos en el mismo equipo. Pero lo que sí que seguirán compartiendo, estén donde estén, es su pasión perica, esa que les unió.