El no ascenso del Espanyol Femenino esta temporada ha sido un cúmulo de factores, todos ellos muy claros y evidentes. Partiendo ya de una planificación deportiva desde verano, el rendimiento general del equipo, así como el hecho de no haber visto la mejor versión de muchas jugadoras, han sido una losa demasiado pesada para un equipo que si logró llegar hasta la última jornada con opciones de ascenso y dependiendo de sí mismo ha sido gracias a terceros. A que sus rivales directos se han ido cayendo de la pelea por el primer puesto y a que, no hay que olvidarlo, el FC Barcelona B les dio en la penúltima jornada una vida extra quitándoles de en medio a Osasuna tras la debacle perica en El Sadar.
En líneas generales, el Espanyol Femenino no ha sido el equipo temible que se presuponía antes de empezar el curso. No ha logrado ser un rodillo, ni tan siquiera ser un equipo fiable, regular. Su campaña ha sido una auténtica montaña rusa de emociones, ya que por lo que respecta al juego, prácticamente ha sido lo mismo. No ha habido una evolución, una apuesta reconocible, un estilo. Ha ido improvisando Rubén Casado prácticamente jornada tras jornada, ha ido tocando teclas sin suerte y eso se ha reflejado en mucho sufrimiento y pocos partidos placidos. De hecho, lo máximo que lograron fue al inicio con cuatro victorias consecutivas, algo que solo replicaron una vez más. Cuando todo parecía que empezaba a salir, llegaba el tropiezo tonto, regresaban los fantasmas, se producía una grave lesión… La lista de despropósitos ha sido larga. Futbolistas jugando en posiciones no naturales, periodos de endeblez defensiva sumados al espesor en ataque, futbolistas lejos de su mejor momento de juego, forma y en muchos casos con una implicación nula.
Se llegó a tocar fondo ocupando la sexta plaza, incluso casi se dio por perdida la temporada aunque, por suerte, los rivales directos empezaron a fallar, lo que no se esperaba que hicieran. Y fue entonces cuando se enlazó el máximo de jornadas puntuando, diez, con un balance de cinco victorias y cinco empates, y se le cogió el pulso de nuevo al campeonato. Algo, en gran medida, propiciado por la oportuna llegada de Adriana Martín en el mercado de invierno. Una ariete que desde su llegada firmó la friolera de diez goles; quién sabe con qué cifra, y qué hubiera pasado, si hubiera llegado cuando tocaba, en verano, y cuando se desestimó dicha opción. La mejora sustancial del equipo en defensa también coincidió con el regreso de la central Marta Turmo tras superar una grave lesión, aunque en el tramo final y decisivo el destino se volvió a cebar con ella y privó al equipo de una pieza clave de nuevo por lesión. A todo esto, mientras en enero el equipo sufría también la importante baja de Lombi, que se veía obligada a colgar las botas. Otro referente fuera, plantilla corta y la cantera teniendo que coger más peso y responsabilidad bajo la tutela de un míster que no acababa de gestionar la situación como se esperaba.
Mal ante los de arriba
Que el Espanyol Femenino no estuviera en lo más alto además, en gran parte se debió a que en los enfrentamietos directos en la zona noble no lograba buenos resultados. De hecho, terminó la temporada con el average perdido con Levante Las Planas, Osasuna, DUX Logroño, AEM… Algo que se explica por el mal juego, o nulo, de un equipo que poseía en sus filas a las mejores jugadoras de la categoría, aunque eso, como se ha demostrado, no fue garante de nada. No han logrado ser el mejor en ninguna de las dos áreas, han tenido que reponerse en demasiadas ocasiones y remontar los encuentros… Este equipo ha sufrido más de lo que se esperaba por el hecho de no haber dado en ningún caso con la tecla adecuada. Ni en liga ni, por supuesto en Copa, competición en la que sudaron tinta para pasar las primeras eliminatorias previo a caer en los octavos de final ante el Madrid CFF.
Mala temporada, montaña rusa constante y necesidad de cambios profundos en vista a que el proyecto, si es que realmente existe, ha vuelto a fracasar. De hecho, mediante un comunicado el propio Espanyol admitía que “el club está analizando detenidamente la situación y los errores cometidos esta temporada para poder construir un proyecto que devuelva al club a la categoría que merece por historia y tradición. En los próximos días se irán comunicando nuevas decisiones respecto al Espanyol Femenino 2022-2023”. Veremos sí, tras años de despropósitos, al fin va la vencida y el equipo es capaz de escapar de la nueva Segunda división, la nombrada Primera RFEF, donde peleará por campeonar ante Deportivo, Granadilla B, Albacete, Barcelona B, AEM, Eibar, Osasuna, Oviedo, Athletic B, DUX Logroño, Granada, Rayo Vallecano, Juan Grande, Córdoba y Cacereño. Por lo que de nuevo, la exigencia es máxima y la competencia, feroz.