Con el equipo a dos puntos del descenso tras nueve jornadas sin conocer la victoria, Joan Bacardit se ha plantado. La derrota ante el Logroño (2-0) ha sido la gota que ha colmado el vaso. Ha dicho basta. En la previa del partido de esta semana, Bacardit ya aseguraba para La Grada que si no ganaba los dos próximos partidos “por amor propio y estima hacia el club dimito”, pero la imagen mostrada por el equipo ha precipitado su decisión. No hay vuelta atrás y ya se lo ha comunicado a la dirección deportiva del club. La cual le ha emplazado a hablar de ello, pero él lo tiene claro, “no hay nada que hablar. La decisión es firme”.
“No hay opción de que recapacite, no puedo más”, aseguraba para este diario un técnico que parece tener claro que “conmigo en el banquillo no creo que podamos revertir la situación. Creo que estas jugadoras necesitan aire nuevo y fresco y lo mejor es que dé un paso al lado y me vaya”. A lo que añadió que “lo estoy pasando muy mal y necesito tomarme un respiro y apartarme de todo esto. El lunes iré a despedirme y más adelante ya me replantearé mi futuro”.
Lógicamente abatido, Bacardit en su discurso siempre antepone el club a su aspiración personal: “Soy consciente de que estoy renunciando al sueño de mi vida, pero quiero al Espanyol y quiero que vaya hacia arriba. No me siento capacitado para tirarlo adelante, así que lo mejor es que venga otro y que lo haga con más ganas. Me siento desgastado”.
Finalmente, añadió que “solo espero que mi marcha sirva como punto de inflexión y la próxima jornada puedan ganar al Málaga. Les deseo toda la suerte”.