Este sábado, el Espanyol volverá a verse las caras con Sergi Darder, el que fuera su capitán, su referente y, para muchos, su bandera. Pero la historia no siempre tiene finales felices. Su marcha, tras el último descenso, dolió. Y no porque los pericos esperaran que un solo jugador cargara con el peso del retorno a Primera, sino porque su despedida dejó un regusto amargo. Él mismo lo reconoció sin rodeos: “Me quería ir y forcé mi salida, yo no quería renovar”. Unas palabras sinceras, pero que no sentaron precisamente bien a una afición que siempre le había visto como uno de los suyos.

Darder volvió a su Mallorca natal con la intención de liberarse de esa presión que, según sus propias palabras, a veces le impedía rendir con regularidad en el Espanyol. “Me autoexigía demasiado”, confesó en su día, algo que en un equipo en crisis como el blanquiazul le pesó más de la cuenta. No es que le falte compromiso, ni calidad, ni mucho menos personalidad. Simplemente, sintió que su ciclo en el club había terminado.

Ahora, en su segunda temporada en el Mallorca, el de Artà ha encontrado un ecosistema más favorable para su juego. Jagoba Arrasate le ha dado galones y, aunque la pasada temporada con Javier Aguirre le costó un poco más, ha ido encajando en un sistema donde toca más balón y se siente más cómodo. Cuando el Mallorca no domina, él tampoco aparece tanto, y eso ya es un síntoma de lo importante que es para los bermellones.

En los últimos partidos con el Mallorca ha jugado más centrado, sin la competencia de Morlanes o Samú Costa, formando una buena pareja con Mascarell. Su misión sigue siendo la misma de siempre, independientemente de la camiseta que vistiese: dar fluidez, encontrar espacios y conectar líneas. Pero su evolución en el Espanyol le enseñó algo clave pero que no acabó de asumir: aquí, su rol implicaba más que eso. Tenía que ser líder, y con ello asumir responsabilidades y dar la cara en los momentos difíciles. Y eso, es evidente que a veces, le pasó factura.

El reencuentro con el Espanyol no será uno cualquiera. No lo será para él, que tras hacerlo en el RCDE Stadium en el partido de la primera vuelta volverá a verse las caras con el equipo que posiblemente más le ha marcado a lo largo de su carrera, ni lo será para la afición, que aún guarda sentimientos encontrados. Algunos, ahora que la herida está ya más cicatrizada, le recordarán con cariño, aunque otros no le perdonarán su marcha tras haber renovado meses antes y en un momento en que el equipo, que acaba de perder la categoría, le necesitaba. En cualquier caso, el pasado no se borra: Darder fue capitán, símbolo y pieza clave del Espanyol durante muchos años. Este sábado, volverá a verse las caras con el conjunto perico como rival. Y en los reencuentros, ya se sabe, siempre hay cuentas pendientes.
“Ojalá el Espanyol se salve cuanto antes”
En declaraciones recogidas por el Real Mallorca, Darder reconocía ayer que considera de vital importancia conseguir la victoria ante el Espanyol, no tan solo por alcanzar los 40 puntos, sino por marcharse al parón con tranquilidad: “Tenemos que dar mucho mérito a lo que estamos haciendo y es verdad que, si pones este cuatro delante, lo que puedes hacer es salir cada partido con la máxima ambición, como estamos haciendo, pero mirando hacia arriba y no hacia abajo. Así que creo que tiene que ser un partido clave. El parón pueden ser muchos días jodidos si no puedes ganar, pero es verdad que, si ganas y te vas con 40, puede ser una alegría gigante para todos”.