Ernest Riveras no necesita muchas presentaciones para la afición perica: periodista deportivo reconocido, voz mítica de MotoGP durante una década y, sobre todo, blanquiazul convencido. Ahora anda inmerso en la promoción de su nuevo libro, La historia oculta de los Juegos Olímpicos, una obra que mezcla datos, geopolítica y vivencias personales de sus ocho Juegos, seis de ellos vividos in situ. Pero entre entrevistas y anécdotas olímpicas, todavía hay espacio para hablar de fútbol… y de Joan García.
Riveras no es de los que esquivan el tema. Cuando el portero de Sallent firmó por el Barça, fue uno de los primeros en hablar claro y sin filtros. “He ido un poco apaciguando mi opinión, porque dije que lo siento como una traición y se me echaron encima”, reconoce ahora en entrevista concedida a Sport, con un tono más sereno. Y es que él, como tantos pericos, veía en Joan mucho más que un guardameta: “Para nosotros era un bastión. Sabíamos que se iba a marchar pero con tantas ofertas que tenía, irte al Barça…”.
Con los ánimos algo más calmados, Riveras intenta ponerse en la piel del jugador: “Al final es un chaval de 23 años, que yo creo que, efectivamente, no se ha dado cuenta de lo que él significaba para los pericos”. Y, pese al golpe emocional, le desea lo mejor: “Espero que lo puedan inscribir y que le vaya bien”. Palabras que muestran que, aunque el enfado inicial fue real, el tiempo ayuda a enfocar las cosas de otra manera.
La conversación se mueve entonces hacia el futuro, porque la vida sigue y el Espanyol afronta una nueva etapa con un cambio de dueños a la vuelta de la esquina. Riveras, que siempre ha defendido el potencial del club, no oculta su optimismo: “Tengo ilusión porque tengamos unos dueños nuevos, porque yo siempre pienso, que si yo fuera millonario, si yo fuera un fondo de inversión el Espanyol me parecería fantástico”. Y enumera sus razones: “Primero, porque es una ciudad increíble, porque tenemos una masa social muy grande, porque tenemos un estadio cinco estrellas, y además, la posibilidad de competir contra uno de los grandes equipos del mundo, el Barça”.
En definitiva, Riveras habla como lo que es: un perico de corazón que no tiene miedo a decir lo que piensa, aunque a veces eso le cueste algún que otro disgusto. Con Joan García, del enfado inicial ha pasado a una especie de resignación cargada de buenos deseos. Y con el nuevo proyecto, mantiene la fe en que el Espanyol puede aprovechar su potencial para crecer… siempre con la mirada puesta en ese orgullo que da competir, y si puede ser ganar, al vecino más incómodo.
