El RCD Espanyol se reencuentra este domingo en el RCDE Stadium a un viejo conocido, para muchos, incluso, un auténtico amigo: Ernesto Valverde. El entrenador del Athletic Club dejó huella en la institución perica y en sus seguidores tanto en su etapa como jugador como una vez colgadas las botas, cuando ocupó el banquillo blanquiazul. Que su paso por el club no pasó desapercibido lo demuestra que fue uno de los elegidos para bautizar una de las puertas de Cornellà-El Prat, la número 89, un privilegio reservado a esos jugadores que han dejado su impronta a lo largo de estos casi 125 años de vida del club perico.

A pesar de todo esto, en los últimos años sus viajes a Barcelona para enfrentarse con el RCDE son sinónimo de disgustos para los pericos. Los números son elocuentes: tras perder cinco de sus seis primeras visitas al Espanyol en LaLiga entre 2004 y 2016 (el restante partido terminó en empate), Valverde no ha perdido ninguno de sus últimos cinco encuentros contra los pericos en Cornellà-El Prat, con dos victorias y tres empates: 1-2 la temporada 2022-23 con el Athletic; 2-2 la 2019-20 al frente del Barça; 0-4 la 2018-19, también con los azulgrana, con los que la 2017-18 empató 1-1; y un 0-0 con el Athletic Club la 2016-17. Para encontrar una victoria del Espanyol en LaLiga ante el Txingurri en el banquillo visitante hay que remontarse al 2-1 de la ya muy lejana en el tiempo campaña 2015-16, con Constantin Galca.

Una historia de respeto y admiración
La relación de Valverde con el Espanyol se remonta a muy atrás, prácticamente 40 años. Llegó a Barcelona en un ya lejano año 1986, desde el Sestao, a un equipo que entonces era liderado por otro clásico con un puesto de honor en la historia del Athletic Club, Javier Clemente.

En los dos años en que fue perico futbolista, el Txingurri brilló en una plantilla que obtuvo un brillante tercer puesto liguero en la 1986-87 y que el año siguiente vivió tras firmar una magnífica competición, una de las noches más tristes de la historia del club: la final de la Copa de la UEFA contra el Bayer Leverkusen. Tras ganar 3-0 en la ida, el Espanyol sufrió el mismo resultado en la vuelta y acabó cediendo en los penaltis. Aquel mismo verano, en una operación que dejó muy tocado el ánimo de la afición, Valverde, junto a otro de los hombres más destacados de aquella plantilla, Miquel Soler, cruzó la Diagonal para jugar con el FC Barcelona.

Pero su historia con el Espanyol no terminó ahí. Ya como entrenador, el técnico vasco volvió a la entidad en 2006, en una época en la que el club buscaba estabilidad en la élite del fútbol español. Su primera temporada fue complicada en Liga, pero tuvo un brillante recorrido en Europa: los blanquiazules alcanzaron nuevamente la final de la Copa de la UEFA, y además de forma muy brillante, esta vez contra el Sevilla. El destino se volvió a ser cruel con los pericos, que perdieron otra vez en los penales.

Un reto para el Espanyol
Ernesto Valverde dejó el Espanyol en 2008 y desde entonces ha construido por méritos propios una trayectoria que puede considerarse ciertamente intachable como técnico. Tras pasar por los banquillos de Olympiakos, Villarreal y Valencia, regresó a las filas del Athletic Club en 2013, para luego vivir su etapa posiblemente más mediática en el FC Barcelona, donde consiguió incluso títulos de Liga, aunque entre sus preferencias no está el club azulgrana. “Después del Athletic, mi equipo es el Olympiacos, no tengo ninguna duda”. Con estas rotundas palabras se alegraba Ernesto Valverde hace unos meses de que el conjunto griego se clasificara para disputar la final de la UEFA Europa Conference League y que, para colmo lo hiciera de la mano de su amigo José Luis Mendilibar como entrenador de los de El Pireo. Allí ganó 5 títulos en tres temporadas: dos dobletes de Liga y Copa de Grecia en la 2008-09 y en la 2011-12, tras regresar al conjunto griego, con el que también ganó el título de Liga en la 2010-11. Ahora, en su tercera etapa en Bilbao, sigue demostrando su calidad en la dirección técnica de los leones.
Está claro que el partido ante el Athletic de este domingo supone un gran reto para el Espanyol. Los precedentes recientes son ciertamente adversos, pero los blanquiazules afrontan este encuentro con la necesidad imperiosa de sumar puntos para esquivar el riesgo de caer nuevamente en la zona de descenso. Aunque números en mano Valverde ha demostrado ser un rival muy complicado para los blanquiazules, en la memoria de la afición perica siempre quedará su legado y por encima de todo, un respeto mutuo. A nivel deportivo, la de domingo será una nueva oportunidad para romper la mala racha ante el Txingurri y reivindicar, como sucedió ante el Madrid, que el Espanyol puede competir contra cualquiera, incluso contra uno de los técnicos que mejor conoce la idiosincrasia perica.
